Colección de paco

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Poema Sin Nombre

He de amoldarme a ti como el río a su cauce,
como el mar a su playa, como la espada a su vaina.
He de correr en ti,
he de cantar en ti,
he de guardarme en ti ya para siempre.
Fuera de ti ha de sobrarme el mundo
como le sobra al río el aire, al mar la tierra,
a la espada la mesa del convite.
Dentro de ti no ha de faltarme
blandura de limo para mi corriente,
perfil de viento para mis olas,
ceñidura y reposo para mi acero.
Dentro de ti está todo; fuera de ti no hay nada.
Todo lo que eres tú está en su puesto;
todo lo que no seas tú me ha de ser vano.
En ti quepo, estoy hecha a tu medida;
pero si fuera en mí donde algo falta, me crezco...
Si fuera en mí donde algo sobra, lo corto.

Dulce María Loynaz

Los Ojos de La Corza

Viajo desde los ojos de la corza
a su interior. Un mundo de cristales
ternísimos y velos ligerísimos
acoge al primer paso de mis ojos.
Avanzo sin temor; sobrecogido,
no obstante, por lo fácil del camino
que, de ojos adelante, ya discurre
por pasadizos y pasillos suaves
al tacto de los pies que me imagino,
y porque a su través se transparentan
leves arquitecturas sinuosas,
edificios de flor carnal y ramas
que, aunque no mueve el viento, se cimbrean
al borde de arroyuelos escarlatas,
y suaves y pulidas piedras puestas
en orden de descanso y sobresalto.
Lejos quedan los ojos de la corza
en tan corto trayecto transcendidos
y, cuando vuelvo hacia ellos la mirada
-ya huésped familiar de lo aludido-,
no encuentro su salida luminosa
y me pierdo en un prado de mil prados,
hechos de tiempos idos y presentes,
vigilados por vuelos agresivos
y por olfatos que el marfil afilan.
Sigo los vericuetos de la corza,
que se han hecho mi propio laberinto,
y hallo en su centro de lucientes ojos
los suyos y los míos junto a un pozo
del que desborda el agua suya y mía.

Ãngel Crespo

La Duda

Era buena la Vida:
Había rosas.
Unos minutos antes me había sonreído un niño...
Pasó volando y me rozó la frente.

No sé por dónde vino
ni por dónde se perdió luego pálida y ligera...
No recuerdo la fecha.
No sabría decir de qué color era ni de qué forma;
no sabría, de veras, decir nada.

Pasó volando... Había muchas rosas...
Y era buena la Vida todavía...

Dulce María Loynaz

Retrato Privado

Tal vez la ceniza azul que brilla en sus ojos
sea el temblor del aire, lo lejano
tantas veces sentido cuando muere la tarde.
Y la luz, un enigma, un destello en la sangre.
En esa mirada que regresa a sí misma perdida,
entre fiebre y asombro -dolor de un laberinto-,
está muerto el deseo; raíz que muerde aún
el corazón que un día se invadió de belleza.
En su frente nevada cruza ahora la sombra
los alambres violáceos del olvido.
Mas hubo un tiempo en el pozo del destino
que fue de ardiente desnudez y saliva insaciada,
mercurio y miel el cuerpo, brisa interior de brasa.
Y aún en su rostro que contempló el crepúsculo
está escrita una llama, algo que nace y pasa
como el temblor del aire, quemadura sonámbula
que se eleva en nuestro pensamiento.

Tomado de "El País" (Babelia)

Miguel Anxo Fernán_Vello

Como Un Ãguila...

Como un águila,
Dios
también de vez en cuando necesita
descansar de Sí Mismo
y replegar Sus alas
y dejar de volar por un instante.
Nosotros somos árboles plantados por Sus manos,
apenas una mancha en el paisaje
de lo Eterno:
lugares
para que Dios repose.

Vikram Babu pregunta:
¿qué crueles leñadores os talaron?

De "Los poemas de Vikram Babu"

Jesús Aguado

Escritura

Afuera llueve
Tu mano escribe a mi lado un poema
Veo caer la lluvia
Los trazos emiten un sentido
En los charcos de la calle flotan palabras
Una lenta humedad de signos nos ciñe al respirar
Estoy empapado de ti cuando te leo
Somos ya una misma esencia
atrapada entre agua y escritura.

Enrique Jaramillo Levi

Viento En La Alcoba

La misma alcoba de ese amor, es ésta.
Una flor seca y una copa rota.
Soledad del orgullo y voz ignota
del viento intruso, es todo lo que resta.

¿Y dónde, oh viento, el nombre y la floresta
ceceantes al par en tu remota
complicidad? Y al pregunta flota
vanamente en el viento sin respuesta.

La ventana que abrí, cerrada ha tanto
tiempo al viento y al nombre, parecía
tener cuajado en su cristal el llanto.

Ella y su nombre. El viento y su porfía.
Y sobre el libro del amor y el canto,
el retrato inocente todavía.

II

Tiendo la mano hacia el misterio mudo
de las cosas, y al largo movimiento
palpo apenas el tránsito del viento
que no vistió de aroma y va desnudo.

Ya solo el viento. Y lo que fue y no pudo
sobrevivir al plácido momento.
Altivo trance del renunciamiento.
Y algo invádame, lóbrego y sañudo.

No es el dolor que añora en la lejana
tarde del bosque el nombre descendido,
al ábrego de octubre, hoja temprana.

Ni la hoja marchita, ni el sonido
que hizo tal vez la hoja en la ventana
Es el viento que en mí se ha detenido.

Alberto Angel Montoya

Solamente...

Hay un fuego que anima todo lo invio1ado.
Guillermo Valencia

Mía solo en el dón de su presencia,
con sus manos sedeñas y sedantes,
con sus ojos -berilos fascinantes--
y sus silencios -cálida cadencia-.

Mía tan solo en la frutal esencia
de plenitud vertida en los instantes
del coloquio... (los labios suspirantes
la apuran como un vino de sapiencia).

Mía solo en el claro cautiverio
de la imagen, el roce y el latido,
en insondable, embriagador misterio,

¡Oh fervor en sus manos recogido!
¡Oh placidez de su inasible imperio!
¡Oh deleite en sus ojos exprimido!

Carlos López Narváez

Soledad Y Gaviota

Cuaderno albo del mar,
la gaviota o mensaje
se despliega al volar
en dos hojas de viaje.

Su marítima hermana
la soledad, la mira
y, en una espera vana,
en la costa suspira.

Insectos, vegetales,
se enredan en el suelo:
torcidas iniciales
de un subterráneo anhelo.

Aquí, en el centro, vivo
con las aves marinas,
de mí mismo cautivo,
compañero de ruinas,

y mirando y oyendo
sólo la lluvia armada
la soledad batiendo
con su líquida espada.

Jorge Carrera Andrade

Definición

Podríamos tener una discusión sobre el amor.
Yo te diría que amo la curiosa manera
en que tu cuerpo y mi cuerpo se conocen,
exploradores que renuevan
el más antiguo acto del conocimiento.

Diría que amo tu piel y que mi piel te ama,
que amo la escondida torre
que de repente se alza desafiante
y tiembla dentro de mí
buscando la mujer que anida
en lo más profundo de mi interior de hembra.

Diría también que amo tus ojos
que son limpios y que también me penetran
con vaho de ternura o de preguntas.

Diría que amo tu voz
sobre todo cuando decís poemas,
pero también cuando sonás serio,
tan preocupado por entender
este mundo tan ancho y tan ajeno.

Diría que amo encontrarte
y sentir dentro de mí
una mariposa presa
aleteándome en el estómago
y muchas ganas de reírme
de la pura alegría de que existía y estás,
de saber que te gustan las nubes
y el aire frío de los bosques de Matagalpa.
Podríamos discutir si es serio
esto que te digo.
Si es una quemadura leve, de segundo,
tercer o primer grado.
Si hay o no que ponerle nombre a las cosas.
Yo solo una simple frase afirmo
Te amo

Gioconda Belli

Los Sábados

Los sábados teníamos de par en par los ojos
enseñando las luces doradas del domingo,
mientras iban las horas resbalando su carga
de ilusión en nosotras.

Sentadas en pupitres, en filas o en recreos,
pensábamos el día perfecto cada una
con un sol, sus películas y su adiós en la calle
al niño que llevaba nuestro nombre en su frente.

Volar era la clave escrita en nuestro ánimo.
Soñábamos con puertas y con la interminable
escalera que parte el monte en dos mitades,
donde un coche esperaba nuestra vuelta más rápida,
llevándose un viaje de alegría hacia el centro.

Mas pasaba el domingo, y con él los proyectos
de toda una semana extrañamente larga;
y el resultado era arrastrar la nostalgia
seis días como puños.

María Victoria Atencia

Dedicatoria

Cuanto en mí vierte luz y armonía
ha nacido a tus besos de miel;
yo soy bardo y tribuno, alma mía,
porque tú eres aliento y laurel.

Si he lanzado una piedra a los cielos,
si fui cruel, no me guardes rencor;
confesando que ha sido por celos,
harto digo que fue por amor.

No te aflijas si el nauta suspira
tanto nombre en las noches del mar;
si son muchos los astros que mira,
uno solo es la Estrella Polar.

La esperanza, luchando y venciendo,
me promete sin par galardón;
¡a ti vaya, sangrando y gimiendo,
este libro, que es un corazón!

Cuanto en mí vierte luz y armonía
ha nacido a tus besos de miel;
yo soy bardo y tribuno, alma mía,
porque tú eres aliento y laurel.

Salvador Díaz Mirón

Ofrenda

Hubo una flor, un lecho
donde aprendiste pronto la sombra
del deseo, la juventud de un cuerpo
vencido como nave, la soledad
que el alma dejaba en otra frente.

Hubo como una música
saltando de los labios,
como una espina en sangre,
clavada a tu memoria.

Y hubo un amor,
un cáliz, una celeste huída
hacia donde los cuerpos
encontrarán el goce, o la creciente
y fija lentitud de la ofrenda.

José Lupiáñez

My Will

Dedicated to my cat and all the cat lovers across
the Universe - screw everybody else
Freddie Mercury

Creerás que tu atractivo macilento
admitirá que el tiempo lo marchite
-como huracán que arrasa un pensamiento,
como amor que en exceso se derrite...

Presumes de saber cómo se olvida.
Admiras tu semblante envejecido,
gracias a la experiencia de la vida,
y enseñas sin haber casi aprendido.

No pretendas morir, pues no podrás.
Yo mantendré intocable tu hermosura
pues nadie sino yo podrá jamás
sólo de pluma un roce hacerla impura.

Resígnate a ser mía mientras viva
y a pervivir después en lo que escriba.

Esther Giménez

Silencio

Cuando tú te quedes muda,
cuando yo me quede ciego,
nos quedarán las manos
y el silencio.

Cuando tú te pongas vieja,
cuando yo me ponga viejo,
nos quedarán los labios
y el silencio.

Cuando tú te quedes muerta,
cuando yo me quede muerto,
tendrán que enterrarnos juntos
y en silencio;

y cuando tú resucites,
cuando yo viva de nuevo,
nos volveremos a amar
en silencio;

y cuando todo se acabe
por siempre en el universo,
será un silencio de amor
el silencio.

Andrés Eloy Blanco

Tengo Triste La Boca

Tengo triste la boca. El cuerpo. Todo.
Nada cambia en la tierra sin embargo.
El lodo amarillento siempre es lodo
y el camino mas largo es el más largo.

Duele mucho encontrarse uno tan triste
y que nada comparta la tristeza...
Parece que la voz no nos existe
para escupir todo esto que nos pesa.

Uno mira la tierra y le parece
que se ha vuelto estropajo de agonía.
Que todo, hasta la vida palidece...

Sin embargo uno sabe que no existe
sino lo que ha existido día con día...
Y entonces es más triste el estar triste!

Jorge Debravo

El Amor Duerme En El Pecho Del Poeta

Tú nunca entenderás lo que te quiero
porque duermes en mí y estás dormido.
Yo te oculto llorando, perseguido
por una voz de penetrante acero.

Norma que agita igual carne y lucero
traspasa ya mi pecho dolorido
y las turbias palabras han mordido
las alas de tu espíritu severo.

Grupo de gente salta en los jardines
esperando tu cuerpo y mi agonía
en caballos de luz y verdes crines.

Pero sigue durmiendo, vida mía.
¡Oye mi sangre rota en los violines!
¡Mira que nos acechan todavía!

Federico García Lorca

Eso Era Amor...

Le comenté:
-Me entusiasman tus ojos.
Y ella dijo:
-¿Te gustan solos o con rimel?
-Grandes, respondí sin dudar.
Y también sin dudar
me los dejó en un plato y se fue a tientas.

Ãngel González

Canción Serena

Un día puro, alegre, libre quiero.
Fray Luis de León

No me dejéis así:
Sorbido por la tierra
hondísima y vibrante como el clamor penúltimo;
con este olor maduro de soles y horizontes
abriéndome en el pecho un surco luminoso.

No es que el cuerpo me suene a cristal derramado
ni que diez corazones me alanceen las yemas,
ni que cielos redondos agolpen sus rebaños
a mis ojos mastines, ladradores de cimas.

Es que un mar fugitivo rinde velas y senos
y pétalos y espumas en la gozosa playa
donde el rumor se atreve a mancillar la sombra.
¡Y se me ciegan labios y gritos y pupilas!

Es que siento que el aire es de carne dulcísima
y la luz solo luz. Que el contorno me huye
a bandadas blanquísimas de palomas y lirios
y me abandonan manos y dientes y melenas.

¡No! ¡No me dejéis así! Moriría desnudo
sin sentirme morir.

Y mi pobre vestido, con su sangre caliente,
se hundiría, esperando mi imposible retorno.

Victoriano Crémer
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