Colección de pepe
Advenimiento
¡Oh luna, cuánto abril,
qué vasto y dulce el aire!
Todo lo que perdÃ
volverá con las aves.
SÃ, con las avecillas
que en coro de alborada
pÃan y pÃan, pÃan
sin designio de gracia.
La luna está muy cerca,
quieta en el aire nuestro.
El que yo fui me espera
bajo mis pensamientos.
Cantará el mi señor.
En la cima del ansia.
Arrebol, arrebol.
Entre el cielo y las auras.
¿Y se perdió aquel tiempo
que yo perdÃ?. La mano
dispone, dios ligero,
de esta luna sin año.
Absoluto Amor
Como una limpia mañana de besos morenos
cuando las plumas de la aurora comenzaron
a marcar iniciales en el cielo. Como recta
caÃda y amanecer perfecto.
Amada inmensa
como un violeta de cobalto puro
y la palabra clara del deseo.
Gota de anÃs en el crepúsculo
te amo con aquella esperanza del suicida poeta
que se meció en el mar
con la más grande de las perezas románticas.
Te miro asÃ
como mirarÃan las violetas una mañana
ahogada en un rocÃo de recuerdos.
Es la primera vez que un absoluto amor de oro
hace rumbo en mis venas.
Asà lo creo te amo
y un orgullo de plata me corre por el cuerpo.
La historia es una filosofÃa en ejemplos.
Dionisio de HalicarnasoNo te preguntes si vale la pena luchar por alguien, pregúntate: Si no lo hubiese hecho, podrÃa perdonarme.
TheronLa gente grata tiene un final ingrato.
Keijo D PuttPensar es solo distraerse de la realidad
el compitaEl hogar es un santuario doméstico, en el que la mujer cumple el papel de sacerdotisa.
Juana de IbarbourouNo se puede mantener viva la llama del amor, sin confianza ni esperanza.
PacoyoInfame Turba
Nunca supimos qué pájaro era aquel
que cantaba al besarnos...
Al besarnos el alba
serÃa la alondra ilustre,
el vano timbalero de Verona,
diana floreciendo en el dormido alféizar,
salvas inoportunas,
diligentes clarines matinales
hostigando al amante perezoso
su ligera fanfarria.
Nunca supimos qué pájaro era aquel
que cantaba...
Que cantaba en la noche,
ruiseñor, geiser puro
de lágrimas brotando, silenciosa
perla de la armonÃa, copa lÃvida
desbordando tristeza y ebriedad.
Voz sacra de la luna. A su conjuro,
espectral médium pálido,
entre la fronda ensimismada surgen
invocadas estatuas.
Nunca supimos qué pájaro era aquel...
Era aquel mirlo blanco
que llamaba desde la oscura tarde,
cuco, péndulo primaveral
pausadamente hiriendo en el recuerdo.
Ribera del amor, aparejadas
las aves, las sonrisas, golondrinas,
paloma de collar, colibrÃ, pechirrojo,
pueblan libres el ámbito.
Nunca supimos qué pájaro...
¿Qué pájaro del frÃo, aguzanieves
del olvido, avefrÃa, nevatilla,
trémulas patas sobre ramas yertas,
con sus picos hurgando en el sonoro
corazón, tronco vivo retumbante,
cavaban tumbas al helor del tiempo?
Nunca supimos...
Supimos bien si aquel reclamo era
gorjeo artificial, ruedas, tornillos,
un jilguero mecánico, espejuelos
o canario de cuerda, fidelÃsima
tórtola de latón y purpurina,
selvática viuda desolada.
Nunca...
SÃ, nunca nos besamos.
La hermosura, bien frágil.
OvidioEl hacha pidió al árbol su mango. Y el árbol se lo dió.
Rabindranath TagoreSolo dañamos a los demás cuando somos incapaces de imaginarlos.
Carlos FuentesLa mujer es un animal inepto y estúpido, aunque agradable y gracioso.
Erasmo de RotterdamSólo quieres lo que no puedas tener y las cosas que en realidad te importan un comino son las que se te presentan en bandeja.
Irvine WelshEl Vampiro
En el regazo de la tarde triste
Yo invoqué tu dolor... Sentirlo era
Sentirte el corazón! Palideciste
Hasta la voz, tus párpados de cera,
Bajaron... y callaste... y pareciste
OÃr pasar la Muerte... Yo que abriera
Tu herida mordà en ella -¿me sentiste?-
Como en el oro de un panal mordiera !
Y exprimà más, traidora, dulcemente
Tu corazón herido mortalmente,
Por la cruel daga rara y exquisita
De un mal sin nombre, hasta sangrarlo en llanto!
Y las mil bocas de mi sed maldita
Tendà á esa fuente abierta en tu quebranto.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
¿ Por qué fui tu vampiro de amargura ?...
¿ Soy flor ó estirpe de una especie obscura
Que come llagas y que bebe el llanto ?
La vejez es una condena sin derecho a recurso.
Marcel ProustLa Partida
Contigo, mano a mano. Y no retiro
la postura, Señor. Jugamos fuerte.
Empeñada partida en que la muerte
será baza final. Apuesto. Miro
tus cartas, y me ganas siempre. Tiro
las mÃas. Das de nuevo. Quiero hacerte
trampas. Y no es posible. Clara suerte
tienes, contrario en el que tanto admiro.
Pierdo mucho, Señor. Y apenas queda
tiempo para el desquite. Haz Tú que pueda
igualar todavÃa. Si mi parte
no basta ya por pobre y mal jugada,
si de tanto caudal no queda nada,
ámame más, Señor, para ganarte.
Mientras me quede algo por hacer, no habré hecho nada.
Julio CésarAmar está dentro de nuestro alcance; pero no dejar de amar.
Primo Levi