Toda obra de arte es agresiva, Isabella. Y toda vida de artista es una pequeña o gran guerra, empezando con uno mismo y sus limitaciones.
La muerte tiene estas cosas: a todo el mundo le despierta la sensiblería. Frente a un ataúd, todos vemos solo lo bueno, o lo que queremos ver
El dinero no compra la felicidad, pero si todo lo demás
El tiempo pasa más aprisa cuanto más vacío está
Los libros tenían alma, el alma de quien los había escrito y de quienes los habían leído y soñado con ellos
Solo se quiere de verdad una vez en la vida, Julián, aunque uno no se dé cuenta
Un despojo de una guerra que, como casi todas las guerras, se peleaba en nombre de Dios y de la patria para hacer más poderosos a hombres que ya lo eran demasiado antes de provocarla
Los recuerdos son peores que las balas
Un secreto vale lo que aquellos de quienes tenemos que guardarlo
Es curioso cómo juzgamos a los demás y no nos damos cuenta de lo miserable de nuestro desdén hasta que nos faltan, hasta que nos los quitan. Nos los quitan porque nunca han sido nuestros
Nada mejor que leer acerca de los problemas de los demás para olvidar los propios
Cuando hay clase, la velocidad es una minucia
El tiempo hace con el cuerpo lo que la estupidez hace con el alma. Lo pudre
Los libros son espejos: solo se ve en ellos lo que uno ya lleva dentro
No hablo con nadie, monologo. Prerrogativa del beodo
Estamos dispuestos a creer cualquier cosa menos la verdad
Sé que me esperarás y sé que te reconoceré entre la gente, como te reconocería aunque hubiesen pasado mil años. Lo sé desde hace tiempo
No hay segundas oportunidades, excepto para el remordimiento
Cada libro, cada tomo que ves, tiene alma. El alma de quien lo escribió, y el alma de quienes lo leyeron y vivieron y soñaron con él
Uno acaba convirtiéndose en aquello que ve en los ojos de quienes desea