Frases de Gabriel GarcÃa Márquez ( 9 )


Él le confesó que nunca se habÃa atrevido a montar.
dijo.
dijo Anuncio.

sucumbió a la depresión, renunció a comer, durmió mal, perdió el norte, y optó por la solución compasiva de morirse una vez y no morirse millones de veces cada dÃa.

No importa lo que los médicos dicen, la rabia en los seres humanos con frecuencia es una delas trampas del enemigo.

A veces atribuimos al demonio ciertas cosas que no entendemos, sin pensar que pueden ser cosas que no entendemos de Dios.

Los años de ahora ya no vienen como los de antes, solÃa decir, sintiendo que la realidad cotidiana se le escapaba de las manos
Desde entonces no me gané un centavo que no fuera con la máquina de escribir, y esto me parece más meritorio de lo que podrÃa pensarse, pues los primeros derechos de autor que me permitieron vivir...
Hasta los desperdicios del amor triste de las ciudades nos llegaron en la hojarasca y construyeron pequeñas casas de madera, e hicieron primero un rincón donde medio catre era el sombrÃo hogar para...

¡Dios de los pobres!" suspiró el general. "Estamos llegando". Y asà era. Pues ahà estaba el mar, y del otro lado del mar estaba el mundo.
los ateos no acertamos a vivir sin los clérigos', dijo Abrenuncio. 'Los pacientes nos encomiendan sus cuerpos, pero no sus almas, y andamos como el diablo, tratando de disputárselas a Dios...

Le dijo que el amor era un sentimiento contra natura, que condenaba a dos desconocidos a una dependencia mezquina e insalubre, tanto más efÃmera cuanto más intensa.
A través de la puerta entreabierta se le vislumbraba en la oscuridad y su rostro seco e inexpresivo, su cabello revuelto, la vitalidad enfermiza de sus duros ojos amarillos, le daban el inconfundible...
Pero cuando ella entraba en la casa, alegre, indiferente, dicharachera, él no tenÃa que hacer ningún esfuerzo para disimular su tensión, porque aquella mujer cuya risa explosiva espantaba a las pa...
Ambos eran conscientes de tener tan pocas cosas en común que nunca se sentÃan más solos que cuando estaban juntos, pero ninguno de los dos se atrevÃa a lastimar los encantos de la costumbre. Neces...

Siempre he dicho que los celos saben más que la verdad.
Tan pronto como quedó libre, Sierva MarÃa le saltó al cuello, y permanecieron abrazados sin hablar mientras ella lloraba. Él la dejó desahogarse. Luego le levantó la cara y le dijo "No más...

Se tiene tanto tiempo para pensar, que uno termina por volverse adivino.
Tan pronto como me tendà en la cama tomé conciencia del silencio pavoroso de la queda. No puedo imaginarme otro silencio igual en el mundo. Un silencio que me oprimÃa el pecho, y seguÃa oprimiendo...

y una vez más se estremeció con la comprobación de que el tiempo no pasaba, como ella lo acababa de admitir, sino que daba vueltas en redondo.
Dicen que soy un mafioso, porque mi sentido de la amistad es tal que resulta un poco el de los gánsteres: por un lado mis amigos y por el otro el resto del mundo, con el cual tengo muy poco contacto

Ya no era un estrobo en su vida, sino un punto imaginario en el horizonte del mar.
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