Escribo por el solo placer de escribir, para mí solo, sin ninguna finalidad de dinero o publicidad. En mi pobre vida, tan vulgar y tranquila, las frases son aventuras y no recojo otras flores que las...
Las pasiones son buenas, pero no en exceso; hacen perder mucho tiempo.
El culto del arte da orgullo, nunca se tiene demasiado de él.
De todas las mentiras, el arte es el menos falso.
Es bueno, e incluso puede ser hermoso el reírse de la vida, con tal que se viva. Hay que colocarse por encima de todo, y por encima de uno colocar su espíritu, es decir, la libertad de la idea: decl...
Cuando miramos a la verdad de soslayo o de perfil, siempre la vemos mal. Son pocos los que saben contemplarla de frente.
Estimo que el éxito con las mujeres es, de ordinario, una señal de mediocridad.
La felicidad es una cosa monstruosa. Quienes la buscan encuentran su castigo.
Amo el arte, y no creo en él. Me acusan de egoísmo, y no creo en mí más que en otra cosa. Amo la naturaleza, y con frecuencia el campo me parece estúpido. Amo los viajes y detesto menearme.
La imbecilidad es una roca inexpugnable: todo el que choca contra ella se despedaza.
La felicidad es una mentira cuya búsqueda causa todas las calamidades de la vida.
Pero la vida de ella era fría como una buhardilla, con tragaluz al norte y donde el hastío, araña silenciosa, tejía su tela en la penumbra por todos los rincones de su corazón.
Hay que apoyarse sobre los fuertes y sobre lo eterno, y no sobre nuestras pasiones tornasoladas y cambiantes.
Inclinó hacia atrás el blanco cuello que se dilataba con un suspiro y desfallecida, deshecha en lágrimas con una largo estremecimiento y tapándose la cara, se entregó.
Creo que la felicidad solo se encuentra al lado de una buena mujer; todo está en encontrarla.
Porque un imbécil tenga dos pies como yo, en vez de cuatro como un burro, no me creo obligado a quererlo, o al menos, a decir que lo quiero y que me interesa.
Esta disposición para planear sobre uno mismo es quizá la fuente de toda virtud. Te arranca de la personalidad, lejos de retenerte en ella.
El contemplar una vida que una pasión violenta -de la índole que sea- ha vuelto miserable es siempre algo más instructivo y altamente moral. Eso rebaja, con una ironía aullante, tantas pasiones ba...
Pero no era feliz, no lo había sido nunca. ¿De dónde venía aquella inconsistencia de la vida, aquella podredumbre fulminante de todas las cosas en las que trataba de apoyarse?
El amor no es lo primero en la vida, sino lo segundo. Es un lecho en el que acuesta uno su corazón para relajarlo. Y uno no puede pasarse todo el día echado.