Cuánto te habrá dolido acostumbrarte a mí.
No he salido de ti cuando me alejo.
Hacia tus pies resbalo, a las ocho aberturas, de tus dedos agudos, lentos, peninsulares, y de ellos el vacío de la sábana blanca caigo, buscando ciego y hambriento tu contorno de vasija quemante.
Debajo de tu piel vive la luna.
Creo que el hombre debe vivir en su propio país y creo que el desarraigo es para el ser humano una frustración que, de una u otra manera, atrofia la claridad de su espíritu.
Con Allende está lo bueno del pasado, lo mejor del presente y todo el futuro
¡Cómo sabría amarte, mujer cómo sabría amarte, amarte como nadie supo jamás! Morir y todavía amarte más. Y todavía amarte más
La risa es el lenguaje del alma
Yo conocí salones cenicientos, túneles habitados por la luna, hangares crueles que se despedían, preguntas que insistían en la arena.
Cuerpo de mujer, blancas colinas, muslos blancos, te pareces al mundo en tu actitud de entrega.
He dormido contigo y al despertar tu boca salida de tu sueño me dio el sabor de tierra, de agua marina, de algas, del fondo de tu vida, y recibí tu beso mojado por la aurora como si me llegara del mar...
Las lágrimas que no se lloran, ¿esperan en pequeños lagos?, ¿o serán ríos invisibles que corren hacia la tristeza?
...Para nacer he nacido, para encerrar el paso de cuanto se aproxima, de cuanto a mi pecho golpea como un nuevo corazón tembloroso.
La suerte es el pretexto de los fracasados
Y cuando asomas suenan todos los ríos en mi cuerpo, sacuden el cielo las campanas, y un himno llena el mundo.
Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
Sucede que me canso de ser hombre.
Mi vida está hecha de todas las vidas.
Hagamos profesión terrestre toquemos tierra con el alma.
El más grande de los hombres sencillos, nuestro maestro.