Bombas y refranes ( 7 )
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La cara bonita y la intención maldita.

Oye los consejos de todo el mundo, y sigue el tuyo.

Hasta que es padecido, el mal no es conocido.

Zapato de amigo, la suela quebrada y el hilo podrido.

A abad sin ciencia y sin conciencia, no le salva la inocencia.

El bueno, lo malo calla; el malo, todo lo habla.

Quien habla sin razonar, mucho lo ha de lamentar.

Bien canta Marta después de harta.

Jornal del obrero, suele quedarse en la tienda del tabernero.

Zapateros y sastres que no fueron embusteros, no serían sastres ni zapateros.

Si Dios no te ha dado gloria, confórmate con la fama.

Zorro dormilón, no caza gallinas.

Malo un rico empobrecido, peor un pobre enriquecido.

Bien ajeno es la hermosura, y, sobre ajeno, poco dura.

Si el trabajo enorgullece, recuerda que el orgullo es pecado.

Guardado está lo que guarda Dios; pero lo demás, no.

Fantasía y más fantasías y la barriga vacía.

Tu secreto en tu seno, y no en el ajeno.

Un buen consejo, no tiene precio.

Fruta verde, ni buen sabor tiene.

Jornal adelantado, brazos quebrados.

Yeso y cal, cubre mucho mal.

Habla siempre que debas y calla siempre que puedas.

Tanto tienes, tanto te adulan.

El hombre experimentado, es hombre viejo y gastado.

Hoy no se fía aquí, mañana sí.

Zurdos y cojos, denme en los ojos.

Yo mando a mi gato, y mi gato manda a su rabo.

Tantos años al marqués, y no sabe menear el abanico.

Incauto fui, hasta que cayendo aprendí.

Oír, ver y callar, para con nadie tropezar.

Vive como viejo si quieres llegar a serlo.

Idos los ladrones, se toman mil precauciones.

Una onza de vanidad deteriora un quintal de mérito.

Invierno, buen tiempo para el herrero y el hornero.

Rubias y morenas, sacan a un hombre de penas.

Ya acaecido el hecho, tarde llega el consejo.

Haciendo y deshaciendo se va aprendiendo.

El cobarde vive, el valiente muere.

Favorece a los tuyos primero, y después a los ajenos.