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Cruzo llorando enrique heine

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Casi Cruzo La Barrera

Casi cruzo la barrera
del espejo para ver
lo que no se puede ver:
el mundo cómo sería
si la realidad copiara,
y no al revés, el espejo
llena, por fin, de su nada.


Enrique Lihn


Ningún otro cielo en la tierra, cruzó la cara al sí y al no


Enrique Bunbury




Hablar de locura de amor es un pleonasmo; el amor en sí ya es locura.


Heinrich Heine


Siente, no seas una máquina de pensar.


Enrique Miret Magdalena


Por severo que sea un padre juzgando a su hijo, nunca es tan severo como un hijo juzgando a su padre.


Enrique Jardiel Poncela


Besos que vienen riendo, luego llorando se van, y en ellos se va la vida, que nunca más volverá.


Miguel De Unamuno




Busca En Todas Las Cosas...

Busca en todas las cosas un alma y un sentido
oculto; no te ciñas a la apariencia vana;
husmea, sigue el rastro de la verdad arcana,
escudriñante el ojo y aguzado el oído.

No seas como el necio, que al mirar la virgínea
imperfección del mármol que la arcilla aprisiona,
queda sordo a la entraña de la piedra, que entona
en recóndito ritmo la canción de la línea.

Ama todo lo grácil de la vida, la calma
de la flor que se mece, el color, el paisaje.
Ya sabrás poco a poco descifrar su lenguaje...
¡Oh divino coloquio de las cosas y el alma!

Hay en todos los seres una blanda sonrisa,
un dolor inefable o un misterio sombrío.
¿Sabes tú si son lágrimas las gotas de rocío?
¿Sabes tú qué secreto va contando la brisa?

Atan hebras sutiles a las cosas distantes;
al acento lejano corresponde otro acento.
¿Sabes tú donde lleva los suspiros el viento?
¿Sabes tú si son almas las estrellas errantes?

No desdeñes al pájaro de argentina garganta
que se queja en la tarde, que salmodia a la aurora.
Es un alma que canta y es un alma que llora...
¡Y sabrá por qué llora, y sabrá por qué canta!

Busca en todas las cosas el oculto sentido;
lo hallarás cuando logres comprender su lenguaje;
cuando sientas el alma colosal del paisaje
y los ayes lanzados por el árbol herido...


Enrique González Martínez


Prendan Y Apaguen La Luz...

Prendan y apaguen la luz a partir del segundo piso
un...... * paga esa cuenta
y no dejen la puerta abierta
los malandras causados por el régimen
o degenerados por él
recorren hambrientos y borrachos la calle Passy
donde reina la oscuridad
los del segundo que temen por su seguridad hasta ocho candados
resistirían el asalto y no yo
el licenciado Vidriera
pueden decir que la paranoia es el nódulo
de mi pulmón derecho y la sombra en el izquierdo
solo quiero que apaguen esa luz que cierren esa puerta

*Espacio en blanco en el original.


Enrique Lihn


Hay un hambre que es tan grande como la del pan y es la de la injusticia, la de la incomprensión.


Enrique Santos Discépolo




El Baño

Ya dejas el plumón. Las presurosas
manos desatan el discreto nudo,
y queda el cuerpo escultural desnudo
volcán de nieve en explosión de rosas.

El baño espera. De estrecharte ansiosas
están las aguas, y en el mármol mudo,
un esculpido sátiro membrudo
te contempla con ansias amorosas.

Entras al fin y el agua se estremece,
en tanto, allá en el orto ya parece
el claro sol de refulgente rastro.

Y cuando ufana de las fuentes sales,
de tu alcoba a los diáfanos cristales,
por mirarte salir, se asoma el astro.


Enrique González Martínez


Ahora Sí Que Tú Y Yo...

Ahora sí que tú y yo estamos más lejos uno del otro
que dos estrellas de diferentes galaxias.
Ningún astrónomo logrará tenernos juntos
en su vertiginoso campo visual
ni el fotógrafo de Cartagena ante su Polaroid
así fue hace la infinidad de siete años
el resto de las imágenes son nubes de la memoria
y de aquélla y de todas se ha retirado la vida.


Enrique Lihn


¡otra Vez Dios!

¡Otra vez Dios!... De nuevo la mañana.
De nuevo su pureza conseguida.
De nuevo en mi tarea, la encendida
propuesta de una estrofa soberana.

Florece el corazón. Cunde la sana
canción de lo que nace. Todo olvida.
La luz cae sobre el alma esclarecida
y el alma la acrecienta en su campana.

Naciendo está el amor, ¡oh dulce instante!
Posible es la bondad, Dios es posible...
La muerte y el dolor, mudos despojos.

Hay un silencio nuevo. Una fragante
promesa de ventura preferible...
Solo recuerdo el valle de tus ojos.


Enrique Azcoaga


La mujer y el libro que han de influir en una vida, llegan a las manos sin buscarlos.


Enrique Jardiel Poncela




La poesía de mañana, después de la catástrofe del mundo, habra de ser reflejo del temblor universal.


Enrique Martinez


Patrimonio es un conjunto de bienes; matrimonio es un conjunto de males.


Enrique Jardiel Poncela


La mujer es como los autos, a la vejez es cuando más se pintan.


Enrique Jardiel Poncela


La sinceridad es el pasaporte de la mala educación.


Enrique Jardiel Poncela


Suicidarse es subirse en marcha a un coche fúnebre.


Enrique Jardiel Poncela


La Muchacha Que No Ha Visto El Mar

Rosa, la pobre Rosa, no ha visto nunca el mar.

Echa a volar su sueño en el campo vecino,
a la alondra demanda el secreto del trino
cuando lanza a los vientos su canción matinal;
sabe de dónde nace la fuente rumorosa,
distingue con su nombre a cada mariposa
y oye correr el agua y se pone a soñar...

Yo le pregunto: Rosa,
¿no has visto nunca el mar?

En infantil asombro menea dulcemente
la cabecita rubia ; sobre la blanca frente
cruza por vez primera una sombra fugaz,
y se sacian sus ojos en el breve horizonte
que a dos pasos limitan la verdura del monte,
el arroyo de plata y el tupido juncal.
Oye hablar a la selva, cuya voz escondida
guarda aun su misterio... ¡Es tan corta la vida
para saberlo todo...! Siente la inmensidad
de lo breve y humilde en el ritmo diverso
que palpita en el alma de su pobre universo,
y ante lo ignoto siente un ansia de llorar.
Del instante que pasa, la virtud milagrosa
le revela el espíritu que vive en cada cosa
y su blanca inocencia pugna por alcanzar
un recóndito enigma...
Y yo pienso que Rosa
no ha visto nunca el mar...


Enrique González Martínez


Todos los hombres que no tienen nada importante que decir hablan a gritos.


Enrique Jardiel Poncela


La vida es tan amarga que abre las ganas de comer.


Enrique Jardiel Poncela


Lo vulgar es el ronquido, lo inverosímil, el sueño. La humanidad ronca, pero el artista está en la obligación de hacerla soñar o no es artista.


Enrique Jardiel Poncela


El hombre que se ríe de todo es que todo lo desprecia. La mujer que se ríe de todo es que sabe que tiene una dentadura bonita.


Enrique Jardiel Poncela


Que Yo Sea

Las dudas surgen -trenzadas- de las dudas;
la tenaz certidumbre, del amor.
No dudes más, confía.
Come de mi mano, paloma;
de mi cuerpo, antropófaga.
Aliméntate de mí.
Que yo sea
hostia
consagrada
en tu altar.


Enrique Jaramillo Levi


El fin de la religión, de la moral, de la política, del arte, no viene siendo desde hace cuarenta siglos más que ocultar la verdad a ojos de los necios.


Enrique Jardiel Poncela


Nocturno

Eres la primera que te me paseas por aquí
en mucho tiempo a la redonda:
«Víveme, víveme, yo soy inagotable»,
con tu absurda existencia al desnudo:
«has visto tú qué linda soy dímelo chico»
pequeños senos duros rompeolas y el juego de las nalguitas:
«me canso en todo, menos en esto»
Y apruebo lo de mulata canela que te dicen, el relajo
ése de «óyeme, enfermona, tú,
que no somos de palo ni de hierros»
Vaya, como en cada uno de tus condenadas historias
jálate también aquí una conga del carajo.


Enrique Lihn




Canción

Canción para los que saben
lo que es llorar...
¿Quién pudiera darte al viento
e irse al viento en el cantar!

Canción como lluvia fina
sobre el mar,
que se disuelve y es nube
que sube y vuelve a llorar...

Canción que en el alma es lluvia,
canción que es llanto en el mar...
¡Quién pudiera darte al viento
e irse al viento en el cantar!


Enrique González Martínez


A Veces Una Hoja Desprendida

A veces una hoja desprendida
de lo alto de los árboles, un lloro
de las ninfas que pasan un sonoro
trino de ruiseñor, turban mi vida.

Vuelven a mí medrosos y lejanos
suaves deliquios, éxtasis supremos;
aquella estrella y yo nos conocemos,
ese árbol, esa flor son mis hermanos.

En el abismo del dolor penetra
mi espíritu, bucea, va hasta el fondo,
y es como un libro misterioso y hondo
en que puedo leer letra por letra.

Un ambiente sutil un aura triste
hacen correr mi silencioso llanto,
y soy como una nota de ese canto
doloroso de todo lo que existe.

Me cercan en bandada los delirios...
¿Es alucinación..., locura acaso?
Me saludan las nubes a su paso
y me besan las almas de los lirios.

¡Divina comunión!... Por un instante
son mis sentidos de agudeza rara...
Ya sé lo que murmuras, fuente clara;
ya sé lo que me dices, brisa errante.

De todo me liberto y me desligo
a vivir nueva vida, de tal modo,
que yo no sé si me difundo en todo
o todo me penetra y va conmigo.

Mas todo huye de mí y el alma vuela
con torpes alas por un aura fría,
en una inconsolable lejanía,
por una soledad que espanta y hiela.

Por eso en mis ahogos de tristeza,
mientras duermen en calma mis sentidos,
tendiendo a tus palabras mis oídos
tiemblo a cada rumor, naturaleza;

y a veces una hoja desprendida
de lo alto de los árboles, un lloro
de las linfas que pasan, un sonoro
trino de ruiseñor, turban mi vida.


Enrique González Martínez


El Mar Y Tú...

El mar y tú. Tu dicha con su duro
lento verter de espumas rescatadas.
El mar y tú: mis playas frecuentadas
por este afán de mar en que perduro.

El mar me trae el ayer. Tú mi maduro
presente enamorado. Tú enlazadas
la dicha y la congoja. El mar trenzadas
la gloria y la agonía de ser puro.

Tengo en ti, amor, la prueba de este canto
que pena como el mar; que su alegría
logra para vivir en tu pureza.

Tu espuma y él. Tu risa y su quebranto.
Que amor sin mar y mar sin agonía
no son cimas logradas de grandeza.


Enrique Azcoaga


Resquicios Y Rescoldos

Hay resquicios como encendidos rescoldos
y rescoldos que son presencias sinuosas
que cotidianamente nos habitan.

Viven en nosotros alimentándose de sí mismos,
de lo que fuimos, de lo que alguna vez
volveremos a ser, bueno o malo.

Solo somos sus impávidos anfitriones,
incubadoras, matrices donde a veces van creciendo
y cuando en los resquicios los rescoldos
se inflaman, se ponen al vivo rojo,

en los rescoldos los resquicios se destemplan, se exacerban,
pueden salirse de madre.

Entonces hacemos cosas inauditas, acaso terrible:
y nadie nos conoce ya, ni nosotros mismos
nos reconocemos. Porque una sola masa informe,
magma atroz, puro caos, nos desquicia.
Porque ahora es antes y antes después y siempre,
y todo terriblemente diferente, porque todo
es turbio en su inexorable lógica expedita,
porque nada entendemos ya o tal vez demasiado,
y siempre, siempre hay consecuencias...


Enrique Jaramillo Levi


Yo no bebo, no fumo, no escucho la radio, no me drogo, como poco. Yo diría que mis únicos vicios son el quijote, la divina comedia y no incurrir en la lectura de enrique larreta ni de benavente.


Jorge Luis Borges


Nacemos llorando, vivimos quejándonos y morimos desilusionados.


Thomas Fuller


El elfo cruzó al galope el foso helado, cabalgando entre las nubes de vapor que rezumaban de su negro caballo y de lo que se había echado al cuello.


Terry Pratchett


Cuando uno se pone a pensar en sus semejantes, podría echarse a llorar; en realidad podría pasarse el día llorando.


Ana Frank


La gente no te engaña cuando la miras a los ojos o te da un abrazo llorando. Hay sentimientos que no se pueden fingir.


Manuel Preciado


El señor (Jorge Enrique) Botero y el señor (Hollman) Morris se escudan en su condición de periodistas para ser permisivos cómplices del terrorismo


Alvaro Uribe


Ven mi corazón, Ven a escuchar este secreto escondido en una canción llorando


Vinicius de Moraes


Las mujeres son putas asesinas, Max, son monos ateridos de frío que contemplan el horizonte desde un árbol enfermo, son princesas que te buscan en la oscuridad, llorando, indagando las palabras que nunca podrán decir. En el equivoco vivimos y planeamos nuestros ciclos de vida.


Roberto Bolaño


Mis únicos dos vicios: leer la Enciclopedia Británica y no leer a Enrique Larreta


Jorge Luis Borges


¿Estoy llorando o mis ángeles tienen goteras?


Pablo Hasél