Con hombres que no creen en mí, no puedo ni quiero asociarme.
Ludwig Van Beethoven
Sin padres, sin infancia, sin pasado alguno, no nos queda otra posibilidad que afrontar lo que somos, el relato que llevamos para siempre.
La fuerza y la mente son opuestas. La moralidad termina donde empieza la pistola.
Nadie pone más en evidencia su torpeza y mala crianza, que el que empieza a hablar antes de que su interlocutor haya concluido.
Cuando de casa estamos lejanos, más la recordamos.