Nada suena tan estridente a los oídos d...

Nada suena tan estridente a los oídos del autor como el silencio de la crítica.
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Oigo pegando mis oídos al mapa vivo de tu suelo que llevo aquí, aquí en las manos, repicar todas tus campanas, parpadear todas tus estrellas.

Conviene reír sin esperar a ser dichoso, no sea que nos sorprenda la muerte sin haber reído.

Que Dios proteja esa empresa.

No consigo dormir. Tengo una mujer atravesada entre los párpados. Si pudiera, le diría que se vaya; pero tengo una mujer atravesada en la garganta.