Para juzgar a un hombre, no preguntes en qué se ocupa, sino en qué se desocupa.
Si fuéramos lúcidos, al instante el horror de lo que nos rodea nos volvería estúpidos.
No soy un genio del ajedrez, soy un genio que juega ajedrez.
Vas a través de un proceso de refinamiento y la eliminación de los excesos de la juventud en términos de su entusiasmo por lo que el teatro puede hacer.
El encanto... una de las cualidades esenciales que debe tener un escritor.