Almas de fango, que no estimais mas que el oro, no quiero tocar vuestros tesoros, por impuro que sea su origen.
Maximilien de Robespierre
El Señor es mi ayuda; no temeré. ¿Qué puede hacerme el hombre?
La riqueza, aun sin merecimientos, inspira reverencia hasta a gentes desinteresadas, porque acaso les sugiere la idea de los grandes proyectos que permite realizar.
Ningún país puede actuar con prudencia al mismo tiempo en todas las partes del mundo en cada momento del tiempo.
Vamos a andar en verso y vida atentos, levantando el recinto del pan y la verdad. Vamos a andar matando el egoísmo, para que por lo mismo reviva la amistad