Aborrecía los afectos sin causa, tal como aborrecía la riqueza inmerecida.
Ayn Rand
Así podrá instruirse y estudiar leyes para sangrar de su último maravedí a los pleiteantes; como hacen vuestras mercedes los abogados, escribanos y otras gentes de mal vivir.
En tanto que nosotros hemos preferido siempre adaptar nuestra economía y tecnología a los seres humanos, no nuestros seres humanos a la economía y tecnología de otros. Importamos lo que no podemos...
Ya no era un estrobo en su vida, sino un punto imaginario en el horizonte del mar.
Mientras yo viva amado mío, no seré un cadaver