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Bob Marley: Supera a los demonios con una ...




Supera a los demonios con una cosa llamada amor.

 Bob Marley


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¿has pensado alguna vez que no se puede tener a un conjunto de personas atrasadas conviviendo con otras avanzadas en una civilización concreta y que aquello sea una Arcadia social? ?Me estás volviendo loca, Atticus
Y también porque iba por ahí diciendo que era posmoderna. No importa dónde estés, Nunca Hagas Eso. Por convención la gente lo considera pomposo y estúpido. Ella desobedecía muchas convenciones pero incluso sus desobediencias resultaban antipáticas. Nos daba la impresión de que era sinceramente incapaz de ver más allá del orgullo que sentía por su inteligencia tan elaborada y eso le impedía separar la actitud de la afectación, el deseo de la súplica. No era uno de esos espíritus libres que caen bien: hacía lo que quería pero ni era libre ni tenía mérito.
Ciertos políticos estadounidenses se creen que pueden presionar a Irán con la cuestión nuclear, pero se equivocan. Quien ha producido y empleado armas nucleares no puede pretender que quiere detener la proliferación de ese proceso.
»En verdad, querida, me molestáis sin tasa y compasión; diríase, al oíros suspirar, que padecéis más que las espigadoras sexagenarias y las viejas pordioseras que van recogiendo mendrugos de pan a las puertas de las tabernas.
»Si vuestros suspiros expresaran siquiera remordimiento, algún honor os harían; pero no traducen sino la saciedad del bienestar y el agobio del descanso. Y, además, no cesáis de verteros en palabras inútiles: ¡Quiéreme! ¡Lo necesito «tanto»! ¡Consuélame por aquí, acaríciame por «allá»! Mirad: voy a intentar curaros; quizá por dos sueldos encontremos el modo, en mitad de una fiesta y sin alejarnos mucho.
»Contemplemos bien, os lo ruego, esta sólida jaula de hierro tras de la cual se agita, aullando como un condenado, sacudiendo los barrotes como un orangután exasperado por el destierro, imitando a la perfección ya los brincos circulares del tigre, ya los estúpidos balanceos del oso blanco, ese monstruo hirsuto cuya forma imita asaz vagamente la vuestra.
»Ese monstruo es un animal de aquéllos a quienes se suelen llamar ?¡ángel mío!?, es decir, una mujer. El monstruo aquél, el que grita a voz en cuello, con un garrote en la mano, es su marido. Ha encadenado a su mujer legítima como a un animal, y la va enseñando por las barriadas, los días de feria, con licencia de los magistrados; no faltaba más.
¡Fijaos bien! Veis con qué veracidad ?¡acaso no simulada!? destroza conejos vivos y volátiles chillones, que su cornac le arroja. ?Vaya ?dice éste?, no hay que comérselo todo en un día?; y tras las prudentes palabras le arranca cruelmente la presa, dejando un instante prendida la madeja de los desperdicios a los dientes de la bestia feroz, quiero decir de la mujer.