Isaac Asimov: (...)Él siempre estaba allí,...


(...)Él siempre estaba allí, contemplando el frío brillo de las estrellas, admirando el increíble enjambre nebuloso de un racimobrde estrellas, como una conglomeración gigante de luciérnagas sorprendidas enbrpleno vuelo y detenidas para siempre.

Isaac Asimov


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