El resto de su tiempo lo consumia en una liturgia de habitos que conseguian defenderlo de la infelicidad
Alessandro Baricco
A Felipe no le gusta el partido que tiene.
Después de dos o tres estrofas compuestas con toda facilidad y de algunas comparaciones que lo sorprendieron, el don del trabajo se apoderó de él y advirtió la proximidad de lo que se llama inspir...
Podéis hacerme abdicar de mis glorias y de mi estado, pero no de mis tristezas. ¡Todavía soy rey de mis amarguras?!
«Salvo una batalla perdida, no hay nada más deprimente que una batalla ganada».