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Héctor del Mar: Hay que soportar y resistir el...

Hay que soportar y resistir el dolor presente. Ha de serte de provecho en mejor ocasión.

Héctor del Mar

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Hay dos clases de propaganda: la propaganda racional a favor de la acciÃ³n que estÃ¡ de acuerdo con el ilustrado interÃ©s propio de quienes la hacen y de aquellos a quienes estÃ¡ dirigida, y la propaganda no racional que no estÃ¡ de acuerdo con el interÃ©s propio de nadie, sino que estÃ¡ dictada, y excitada, por pasiones, ciegos impulsos e inconscientes ansias y temores. En lo que se refiere a las acciones de los individuos, hay mÃ³viles mÃ¡s elevados que el ilustrado interÃ©s propio, pero, cuando hay que emprender una acciÃ³n colectiva en las esferas de la polÃtica y la economÃa, el ilustrado interÃ©s propio es probablemente el mÃ¡s alto de los mÃ³viles efectivos. Si los polÃticos y sus electores actuaran siempre para promover el interÃ©s propio a largo plazo, de ellos mismos o de su
paÃs, este mundo serÃa el paraÃso terrenal. SegÃºn son las cosas, actÃºan frecuentemente contra sus propios intereses, meramente para satisfacer sus pasiones menos loables.

Dar el Premio Linus Torvalds a la Free Software Foundation es casi como dar el Premio Han Solo Award a la Alianza Rebelde.

Ricardo muriÃ³ porque habÃa ido a HaitÃ en un momento de conflicto. MuriÃ³ porque Antena 3 lo enviaba a Madrid y Ã©l querÃa seguir en Nueva York. MuriÃ³ porque sus crÃ³nicas desde Estados Unidos durante la guerra de Irak no gustaron al Gobierno espaÃ±ol de entonces. MuriÃ³ porque se fue a HaitÃ por su cuenta, con sus ahorros y su instinto. MuriÃ³ porque habÃa pasado unos meses muy difÃciles en su piso del Village. MuriÃ³ porque, a diferencia de otros como yo, era incapaz de meterse en el hotel cuando empezaban los tiros. MuriÃ³ porque se refugiÃ³ con otras personas en un comercio mientras las balas barrÃan la calle y al cabo de un rato, cuando parecÃa que llegaban los americanos a salvarlos, fue Ricardo quien saliÃ³ a comprobar si el peligro habÃa pasado. MuriÃ³ porque era como era. MuriÃ³ porque tuvo mala suerte y lo mataron.

La cosa es que realmente somos una sola persona. Solamente somos las cuatro partes de ella