¿Ha visto usted los periódicos? Los conformistas nos la están preparando buena, ¿no?br- ¿Eh...? Sí..., sí, señor -murmuró Claude.br- Esos cerdos... Ha llegado el momento de espabilarse... Como usted sabe, están todos armados.br- Oh... -dijo Claude.br- Claramente se vio durante el Liberacionamiento. Llevaban armas para llenar camiones. Y, naturalmente, las personas decentes, como usted o como yo, no tenemos armas.br- Muy cierto.br- Usted, ¿no tiene?br- No, señor Saknussem.br- ¿Podría usted agenciarme un revólver? -preguntó Saknussem a quemarropa.br- Es que... -dijo Claude-. Quizás el cuñado de la señora que me alquila la habitación... No sé...br- Perfecto -dijo su jefe-. Cuento con usted, ¿eh? Que tampoco resulte demasiado caro; y con cartuchos, eh. Esos cerdos conformistas... No queda más remedio que ser precavido, ¿eh?br- Indudablemente -dijo Claude.br- Gracias, Léon. Cuento con usted. ¿Cuándo podría traérmelo?br- Tengo que preguntar.br- Por supuesto. Tómese el tiempo que necesite. Si quiere salir un poco antes...br- Oh, no. No merece la pena.br- Perfectamente. Y, por otra parte, cuidado con los borrones, ¿eh? Preocúpese de su trabajo. Qué diablos, no se le paga para no hacer nada.br- Tendré cuidado señor Saknussem -prometió Claude.br- Y llegue a su hora -concluyó el jefe-. Ayer llegó usted con seis minutos de retraso.br- Sin embargo, hoy estaba aquí nueve minutos antes... -dijo Claude.br- Sí -dijo Saknussem-, pero habitualmente llega usted con cuarto de hora de adelanto.
Boris Vian