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Son nuestros secretos los que nos define...
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Son nuestros secretos los que nos definen, y no la cara que mostramos al mundo.
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Estás construyendo mi prisión ladrillo por ladrillo... Tienes lo que quieres
Vivà hechizado, encarcelado en un cuerpo
y en la humildad de un alma.
Conocà la memoria,
esa moneda que no es nunca la misma.
Conocà la esperanza y el temor,
esos dos rostros del incierto futuro.
Conocà la vigilia, el sueño, los sueños,
la ignorancia, la carne,
los torpes laberintos de la razón.
Quizá morir con otro no es morirse.
Quizá morimos sólo porque nadie
quiere morirse con nosotros, nadie
quiere mirarnos a los ojos.
Vivo en los Estados Unidos y soy chilena, sangre, voluntad y memoria. Al llegar a este paÃs me obligaron a llenar un formulario en el cual habÃa una casilla referente a la raza: la primera alternativa era blanca, la cual iba a automáticamente yo a marcar, cuando leà más abajo la palabra ?Hispanic?. Me pareció una enorme incultura por parte de los funcionarios gringos ya que lo hispano no se refiere a una raza, pero abismada comprendà que por primera vez en mi vida me expulsaban de mi propio nicho, de lo que creÃa mi identidad natural y objetiva, aunque entre una norteamericana y yo no mediase la más mÃnima diferencia fÃsica ( más aún en este caso especÃfico: soy pelirroja, hasta me parezco a ellos ). Ni que decirlo, marqué con saña el segundo cuadrado y cada dÃa transcurrido de estos seis años me he ido apegando más y más a él. Cuando camino por las calles de la ciudad, a veces me da la impresión de que todos mis antepasados están allÃ, en la pulcra e impersonal boca del metro, con la esperanza de llegar a alguna parte. Todo chicano o salvadoreño despreciable es mi tÃo, el hondureño que retira la basura es mi novio. Cuando Reina se declara a sà misma una desclasada, sé exactamente a que se refiere.
Toda mi vida ha corrido por este lado del mundo. Mi cuna real y ficticia, el lugar donde nacà y el otro que fui adquiriendo, lucen oropeles muy americanos ( ¡ no acepto que ese adjetivo se lo atribuyan los del norte! América es tanto la de arriba como la de abajo, norte y sur tan americanos uno como el otro). Trazo los dos puntos del continente para señalar los mÃos y agrego un tercero, éste. Dos de ellos resultan razonablemente cercanos, y luego, inevitable, la lÃnea larga baja y baja hasta llegar al sur, hasta lo que, a mi pesar, debo reconocer como el fin del mundo. Sólo los hielos eternos más allá de esa tierra. Allà nacÃ. Mapuches o españoles, fluidas, impredecibles, vigorosas, allà están mis raÃces.