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Francis Scott Fitzgerald: Evidentemente, la vida es solo...

Evidentemente, la vida es solo un continuo proceso de deterioro.

Francis Scott Fitzgerald

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La Inquietud Fugaz

He mordido manzanas y he besado tus labios.
Me he abrazado a los pinos olorosos y negros.
HundÃ, inquieta, mis manos en el agua que corre.
He huroneado en la selva milenaria de cedros
que cruza la pradera como una serpie grave,
y he corrido por todos los pedrosos caminos
que ciÃ±en como fajas la ventruda montaÃ±a.

Â¡Oh amado, no te irrites por mi inquietud sin tregua!
Â¡Oh amado, no me riÃ±as porque cante y me rÃa!
Ha de llegar un dÃa en que he de estarme quieta,
Â¡ay, por siempre, por siempre!
con las manos cruzadas y apagados los ojos;
con los oÃdos sordos y con la boca muda,
y los pies andariegos en reposo perpetuo
sobre la tierra negra.
Â¡Y estarÃ¡ roto el vaso de cristal de mi risa
En la grieta obstinada de mis labios cerrados!

Entonces, aunque digas: -Â¡Anda!, ya no andarÃ©.
Y aunque me digas: -Â¡Canta!, no volverÃ© a cantar.
Me irÃ© desmenuzando en quietud y en silencio
bajo la tierra negra,
mientras encima mÃo se oirÃ¡ zumbar la vida
como una abeja ebria.

Â¡Oh, dÃ©jame que guste el dulzor del momento
fugitivo e inquieto!

Â¡Oh, deja que la rosa desnuda de mi boca
se te oprima a los labios!

DespuÃ©s serÃ¡ ceniza sobre la tierra negra.

La virtud no consiste en abstenerse del vicio, sino en no desearlo.

La polÃtica es una guerra sin efusiÃ³n de sangre; la guerra una polÃtica con efusiÃ³n de sangre.

Retrato Fingido

Algo de gozo, nunca un latido constante
y la forma de cerrar las ventanas
en un corredor resentido. Parece liviana.
Cuando surge de broches y maquetas es aÃºn
silenciosa, turulata y cambiante
en recorridos viscosos. Parece loable:
sacrifica partÃculas con un tenaz
balbuceo entre toallas y peines.
Es yerta y frÃa: poco tocable. Se siente
masticadora enervante y poco lucrativa
si le deja la lluvia panorama distinto.
Descorre camino muy punzÃ³n si salida
es tener hipo con asco o si mira,
con un deshilvanado interÃ©s, la espalda
de una gruesa mirada comedora
de ornamentados alfajores. Recorre su tez
con los dedos; es larga la costumbre
de poner intervalos. Perdona si sabe.
Dice que nunca se exalta y es brava
la forma de no acentuar en absoluto
las sÃlabas. Tampoco mora.
Ni habitarÃa.

1987