Extrañarte podría pasar del dolor al placer si supiera que también me echas de menos.
Un adiós no es doloroso a menos que nunca vuelvas a decir hola.
Si alguna vez te veo sonreír y sé que no es para mí, es cuando más te extrañaré.
¿Alguna vez te detuviste a pensar y olvidas volver a empezar?
Otro día, otra punzada al pensar que estás lejos.