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Robin S. Sharma: El éxito, como la felicidad, ...

El éxito, como la felicidad, no debe perseguirse, sino seguirse

Robin S. Sharma

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Lenta pero inexorablemente, arrastrÃ¡ndose sobre mi conciencia e imponiÃ©ndose a cualquier otra impresiÃ³n, llegÃ³ un temor vertiginoso a lo desconocido, un miedo tanto mayor cuando que no podÃa analizarlo y que parecÃa concernir a una furtiva amenaza que se aproximaba..., no la muerte, sino algo sin nombre, un ente inusitado indeciblemente mÃ¡s espantoso y aborrecible.

... cuando se me presentÃ³ el momento de tomar puesto en el EscalafÃ³n estaba ya convencido de mi poco amor al trabajo metÃ³dico y disciplinado de las o?cinas, y renunciÃ© a Ã©l para dedicarme a pensar en mis cosas; ya estaba poseÃdo por la ?ebre del inventor que habÃa de padecer toda mi vida.

AsÃ pasa cuando se vive mucho, que ya no hay amigos ni enemigos y por fin vemos claro: el gran enemigo del hombre es el Tiempo, su meticulosa obra de destrucciÃ³n.

Su rabia y pÃ©rdida, la entiendo perfectamente, y no la culpo en lo mÃ¡s mÃnimo. No hay peor sensaciÃ³n que tener todo tu mundo destrozado y que no haya nada que puedas hacer para detenerlo. Sentirte en completa y absoluta miseria, y mirar alrededor y ver un mundo que en realidad no da una mierda por ti... eso te golpea a un nivel que agradezco a los dioses no puedas entender o imaginar. Porque nadie deberÃa conocer ese tipo de infierno. EstÃ¡s perdido en el dolor, gritando a pleno pulmÃ³n pidiendo ayuda y nadie te escucha. A nadie le importa. Ellos siguen con sus putrefactas vidas, ajenos a tu agonÃa. Y cuando llega el momento en que te das cuenta de lo solo que estÃ¡s... de lo poco que les importas a otras personas, pierdes todo el funcionamiento cognitivo. Te conviertes en un animal rabioso. Todo lo que importa entonces es que les hagas comprender tu dolor. Sacarlos de su ciega autocomplacencia para que compartan ese infierno tuyo. En ese momento, quieres sentir su sangre en las manos. Saborearla en tus labios. BaÃ±arte en ella hasta estar borracho y tener la piel arrugada. Ese es el lugar de locura que vive profundamente dentro de todos. La mayorÃa de la gente puede tocarlo una, quizÃ¡s dos veces en su vida, pero jamÃ¡s llegan a traspasarlo.