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Indio Solari: Andás dando guerra y temblás...
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Indio Solari
Andás dando guerra y temblás.
Indio Solari
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A medida que el hombre exterior se destruye, el hombre interior se renueva.
Veremos si algun dÃa, algún minero tome un pico con placer y vaya a envenenar sus pulmones con consciente alegrÃa. Dicen que allá, donde viene la llamarada roja que deslumbra hoy al mundo, es asÃ. Yo no sé.
Por entonces habÃa muchas serpientes en la aldea. Desde el bosque atravesaban el rÃo hasta los campos, de los campos pasaban a los huertos, de los huertos a los patios y de los patios a las casas. Allà se ovillaban de dÃa tras las escaleras, y de noche se bebÃan la leche frÃa de los cubos.
Las mujeres llevaban consigo a sus hijos pequeños cuando salÃan a trabajar al patio o al huerto. Los metÃan en canastas de mimbre, entre mantas, y dejaban las canastas a la sombra de los árboles. Arrancaban manojos de hierba de los bancales con raÃz y terrón incluidos. Tomaban aliento, volvÃan a escardar y sudaban.
Ella vivÃa a la orilla del pueblo. Aquel dÃa estaba en el huerto y habÃa dejado al niño en la canasta de mimbre, bajo el árbol. Junto a la canasta habÃa una botella de leche. Estaba escardando la hierba del bancal de patatas. OlÃa a sudor. De pronto miró hacia el sol, puso a un lado el azadón y se dirigió al árbol.
La mirada se le vació, la ropa se le pegó a la piel. Se quedó paralizada. Levantó bruscamente al niño, sollozó y gritó, y mientras se tambaleaba sobre la hierba, la serpiente salió de la canasta arrastrándose lenta y perezosa por el suelo, y la mujer encaneció en cuestión de segundos.
En el huerto se quedaron el azadón y la canasta de mimbre bajo el árbol. La serpiente se habÃa bebido la leche de la botella.
El pelo le quedó blanco a la mujer y la gente del pueblo tuvo por fin la prueba de que era una bruja.
Después, con el tiempo, aprendà que, aunque todos los hombres somos capaces de lo bueno y de lo malo, los peores siempre son aquellos que, cuando administran el mal, lo hacen amparándose en la autoridad de otros, en la subordinación o en el pretexto de las órdenes recibidas.
Iñigo Balboa