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Paulo Coelho: «Todo es una sola cosa»...

«Todo es una sola cosa»

Paulo Coelho

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Digamos para concluir que lo que en ciertos casos se denomina, con demasiada dureza, ingratitud de los hijos, no es siempre tan reprensible como se cree. Es la ingratitud de la Naturaleza. La Naturaleza divide a los vivientes en seres que vienen y seres que se van. De ahÃ cierto desvÃo, fatal en los viejos, involuntario en los jÃ³venes. Las ramas, sin desprenderse del tronco, se alejan. No es culpa suya. La juventud va donde estÃ¡ la alegrÃa, la luz, el amor; la vejez camina hacia el fin. No se pierden de vista, pero no existe ya el lazo estrecho. Los jÃ³venes sienten el enfriamiento de la vida; los ancianos el de la tumba.

Las dos piernas rotas, mi espina aplastada y vestido como un jodido pervertido.
PapÃ¡ va a matarme.

quien mata de lejos lo ignora todo sobre el acto de matar. Quien mata de lejos ninguna lecciÃ³n extrae de la vida ni de la muerte: ni arriesga, ni se mancha las manos de sangre, ni escucha la respiraciÃ³n del adversario, ni lee el espanto, el valor o la indiferencia en sus ojos. Quien mata de lejos no prueba su brazo ni su corazÃ³n ni su conciencia, ni crea fantasmas que luego acudirÃ¡n de noche, puntuales a la cita, durante el resto de su vida. Quien mata de lejos es un bellaco que encomienda a otros la tarea sucia y terrible que le es propia. Quien mata de lejos es peor que los otros hombres, porque ignora la cÃ³lera, y el odio, y la venganza, y la pasiÃ³n terrible de la carne y de la sangre en contacto con el acero; pero tambiÃ©n ignora la piedad y el remordimiento. Por eso, quien mata de lejos no sabe lo que pierde.

Hay preguntas que se contestan negativamente a sÃ mismas por el mero hecho de formularlas. Y hay ruegos cuya completa inutilidad se manifiesta cuando uno los expresa y mira a los ojos a otra persona