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Ambrose Bierce: Era como si algo se hubiera mo...

Era como si algo se hubiera movido entre ellas y yo; pero no pude verlo, y las estrellas no eran lo bastante tupidas como para definir su silueta. ¡Ugh! No me gusta esto.

Ambrose Bierce

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Pocas novelas o pelÃculas se atrevÃan a ir mÃ¡s allÃ¡ y a decirnos en quÃ© se convertÃa aquel amor despuÃ©s de que los novios se juraban ante el altar amor eterno, y eso, la verdad, me daba mala espina." El Cuarto de AtrÃ¡s.

Soy un amante fanÃ¡tico de la libertad, considero que es la Ãºnica condiciÃ³n bajo la cual la inteligencia, la dignidad y la felicidad humana pueden desarrollarse y crecer; no la libertad puramente formal concedida, delimitada y regulada por el Estado, un eterno engaÃ±o que en realidad no representa otra cosa que el privilegio de algunos fundado en la esclavitud del resto; no la libertad individualista, egoÃsta, mezquina y ficticia ensalzada por la Escuela de J. J. Rousseau y otras escuelas del liberalismo burguÃ©s, que entiende que el Estado, limitando los derechos de cada uno, representa la condiciÃ³n de posibilidad de los derechos de todos, una idea que por necesidad conduce a la reducciÃ³n de los derechos de cada uno a cero. No, yo me refiero a la Ãºnica clase de libertad que merece tal nombre, la libertad que consiste en el completo desarrollo de todas las capacidades materiales, intelectuales y morales que permanecen latentes en cada persona; libertad que no conoce mÃ¡s restricciones que aquellas que vienen determinadas por las leyes de nuestra propia naturaleza individual, y que no pueden ser consideradas propiamente restricciones, puesto que no se trata de leyes impuestas por un legislador externo, ya se halle a la par o por encima de nosotros, sino que son inmanentes e inherentes a nosotros mismos, constituyendo la propia base de nuestro ser material, intelectual y moral: no nos limitan sino que son las condiciones reales e inmediatas de nuestra libertadÂ».

a) constituciÃ³n de los correspondientes Ã³rganos legislativos y ejecutivos de la UniÃ³n;

El mal no es nunca `radicalÂ´, sÃ³lo es extremo, y carece de toda profundidad y de cualquier dimensiÃ³n demonÃaca. Puede crecer desmesuradamente y reducir todo el mundo a escombros precisamente porque se extiende como un hongo por la superficie. Es un `desafÃo al pensamientoÂ´, como dije, porque el pensamiento trata de alcanzar una cierta profundidad, ir a las raÃces y, en el momento mismo en que se ocupa del mal, se siente decepcionado porque no encuentra nada. Eso es la `banalidadÂ´. SÃ³lo el bien tiene profundidad y puede ser radical.