Clarice Lispector: Cuántas veces le había dado ...

Cuántas veces le había dado una propina exagerada al camarero, sólo porque pensó que él iba a morir y no lo sabía
Clarice Lispector
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Con ese libro hacía llevaderas sus horas de ocio y se sentía consolado en las de abatimiento.
Rebeldía. Pero la rebeldía no es un gesto altisonante. No es un grito, no es un insulto, no es una pedrada, no es una mala contestación, es mucho más profundo. La rebeldia es un grito de la inteli...
Y allí estaba yo. Y ellas me vieron y yo las vi. ¿Y qué fue lo que vi? Ojeras. Labios partidos. Pómulos brillantes. Una paciencia que no me pareció resignación cristiana. Una paciencia como veni...

Quedamos a la espera de su pronta y amable aprobación, asegurándole nuestro altísimo respeto, honorable Sr. canciller