Un pedazo de pan es más precioso para el hombre que una montaña de diamantes y oro, Amén.
Grigori Rasputín
Puede decirse muy bien que no empecé a vivir hasta que me tuve por muerto.
Su voz penetra como un rayo de sol por la puerta de mi cabaña, y mi sangre dormida acelera su curso y me sube al rostro.
¡Hijo de la chingada!
Le pareció que aquella música había sido compuesta para enfatizar lo irreal de la realidad.