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Ainhoa Cantalapiedra: La vida me cambió mucho y no ...

La vida me cambió mucho y no lo supe asumir

Ainhoa Cantalapiedra

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El valiente mira al peligro, el temerario lo busca, el loco no lo puede ver.

Hombres de amianto cruzan sin chamuscarse los incendios de inoperancia que han encendido

En el fondo, si no me sintiera morir, me podrÃa creer ya muerto.

Foucault ?siempre hablando de aquellos tres Â«fundadores de discursoÂ»? dice que Marx no se limita a interpretar a la sociedad burguesa, sino a la interpretaciÃ³n burguesa de la sociedad (por eso El capital no es una economÃa polÃtica, sino una crÃtica de la economÃa polÃtica); que Freud no interpreta el sueÃ±o del paciente, sino el relato que el paciente hace de su sueÃ±o (y que ya constituye, desde luego, una Â«interpretaciÃ³nÂ», en el sentido vulgar o Â«silvestreÂ»); que Nietzsche no interpreta a la moral de Occidente, sino al discurso que Occidente ha construido sobre la moral (por eso hace una genealogÃa de la moral). Se trata, siempre, de una interpretaciÃ³n que hace ver que esos discursos que examina son, justamente, interpretaciones ?Â«produccionesÂ» de sentido? y no meros objetos complicados a descifrar, con un sentido dado desde siempre que sÃ³lo se trata de re-descubrir. Lo que hacen los tres, nuevamente es intervenir sobre una construcciÃ³n simbÃ³lica no para mostrar su transparencia originaria, sino al revÃ©s, para producirla como opacidad; no para descifrarla, sino al revÃ©s, para otorgarle su carÃ¡cter de cifra, su Â«artificialidadÂ», es decir, para desnaturalizarla en su funciÃ³n de Â«sentido comÃºnÂ», y para desnaturalizar, tambiÃ©n, la relaciÃ³n de ese discurso con los sujetos que ha producido como soportes de su propia reproducciÃ³n. Se trata, en fin, de quebrar esa armonÃa y ese bienestar, de transformar al sujeto, mediante la interpretaciÃ³n, en insoportable para su propio discurso y quizÃ¡ dejarlo, momentÃ¡neamente, sin palabras.