William George Ward: Saber escuchar es el mejor rem...

Los madrileños se acercan al circo a ver un animal tan bueno como hostigado, que lidia con dos docenas de fieras disfrazadas de hombres.

La felicidad es ciega, sobrado arrogante para ver precipicios bajo las flores que cubren su camino.

Lo peor que le puede ocurrir a cualquiera es que se le comprenda por completo.

Las mujeres no necesitan estudiar a los hombres, porque los adivinan.