Irène Némirovsky: Sonrieron. Se entendían bien....


Sonrieron. Se entendían bien. No sólo los unía la carne, el pensamiento, el amor; además, habían nacido en el mismo puerto de Crimea, hablaban la misma lengua, se sentían hermanos. Habían bebido en la misma fuente, compartido un pan amargo.

Irène Némirovsky


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