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Héctor del Mar: El hombre debe ser esclavo de ...

El hombre debe ser esclavo de la acción para seguir viviendo, pero nunca de rodillas.

Héctor del Mar

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No es nuestra ignorancia, la naturaleza posee la probabilidad como algo intrÃnseco a ella.

Yo no doy la palabra a nadie, pues la palabra no pertenece a nadie". A la pregunta de un estudiante porque da mÃ¡s la palabra a la derecha que a la izquierda.

Quiero que seas feliz, y que Ã©l sea feliz. Y, aun asÃ, cuando vayas hacia el altar para uniros para siempre, caminarÃ¡s sobre un sendero invisible formado por los fragmentos de mi corazÃ³n, Tessa. DarÃa mi vida por cualquiera de los dos. DarÃa mi vida por vuestra felicidad. CreÃa que tal vez, cuando me dijiste que no me amabas, mis sentimientos irÃan enfriÃ¡ndose y acabarÃan por desaparecer, pero no ha sido asÃ. Han seguido creciendo dÃa a dÃa. Te amo mÃ¡s desesperadamente, en este momento, de lo que te he amado antes, y en una hora te amarÃ© aÃºn mÃ¡s.

Le tendÃ la mano (no sÃ© por quÃ©, no soy dado a estos formalismos, al menos no en un bar y de noche) y Ã©l vacilÃ³ antes de darme la suya. Cuando se la estrechÃ© mi sorpresa fue mayÃºscula. Su diestra, que esperaba suave y vacilante como la de cualquier adolescente, exhibÃa al tacto una acumulaciÃ³n de callosidades que le daba una apariencia de hierro, una mano no demasiado grande, de hecho, ahora que lo pienso, ahora que vuelvo a aquella noche een los suburbios de Irapuato, lo que aparece ante mis ojos es una mano, una mano pequeÃ±a rodeada u orlada por los exiguos resplandores del bar, una mano que surge de un lugar desconocido, como el tentÃ¡culo de una tormenta, pero dura, durÃsima, una mano forjada en el taller de un herrerro.