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Hans Reimann: Casi no quedan manchas blancas...




Casi no quedan manchas blancas en el planeta. Los territorios inexplorados ya solo quedan bajo la tapa de los sesos.

 Hans Reimann


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Amparo-ezbá

Indecisa y cambiante, ¿eres amor o muerte?
¡Ay, ven, Amparo-Ezbá, que te estoy esperando!
Es la palpitación de origen quien podría
acogerte, y besarte, y ofrecerte un refugio
caliente de jazz-hot y trances convulsivos
como, cuando bailando, se pierde la conciencia.
Ven tú, amorosa, ven como la noche crece,
deseo sin objeto, tú que eres el no-objeto
y el placer imposible que en el límite busca
infinitudes ciegas. ¡Ay, no-tú, Ezbá, no-sí,
sí, ven, Ezbá, indecisa, transparente, inasible,
temblorosa de luces, soñadora, engañosa,
tú, tejido del iris, centelleo, sonrisa
hasta mi dulce llanto y a esos gritos salvajes
que no son el amor, o sí son, o al no ser
te llaman desde el centro del tornasol nocturno,
tiránica, traviesa, fascinante, escapada,
y niña, y absorbente como un vórtice suave,
y riendo, riendo, mortal como un pecado
que no existe mas haces con tu burla que exista,
tan cruel, encantadora, pasajera, incitante,
que líquida, impalpable, movimiento sin móvil,
descubres, deshuesada, la santa realidad!
Entonces flota el mundo casi feliz, dudoso,
y el recuerdo anochece lentísimo en la brisa.
Y tú, nunca creída, y tú, siempre sabida,
te ofreces para nada, te niegas para más,
como un antiguo ensalmo y un susurro al oído,
cuando ya todo duerme, y tú casi nos hablas,
o nos cantas, nos rezas, entonteces con nanas.
¡Oh tú, dime quién eres! ¡Oh Ezba, dime si existes!
Solo nos damos cuenta de la traición y de la amistad cuando ambas se cruzan... Allí podemos distinguirlas y compararlas, sentirlas y despreciarlas. El corazón no siente si los ojos no ven; pues, mis ojos ya vieron.
La alegría ha sido llamada el buen tiempo del corazón.