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JL Martin Descalzo: La vida de los hombres no siem...

La vida de los hombres no siempre es un libro bien paginado y encuadernado. A veces la infancia y la adolescencia vienen cuando deberían haberse ido.

JL Martin Descalzo

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Cuando se estÃ¡ enamorada, la fidelidad es fÃ¡cil.

Pausa

Entre lirios azules y aristas de recuerdos
envueltos en paÃ±uelo de seda,
todo lo que es mi vida. Deshecha
en una raya de la noche,
en ese vidrio que sangra en la ventana,
sobre tus hombros.
Entre la luz y el cadÃ¡ver de una hora,
mi vida. Sin cantos, sin esquinas.

Lenta y precisa, acostada en los dÃas,
en el nivel de la lluvia y el frÃo,
vestida de reflejos, esbelta,
distraÃda, te presentas junto a la novedad
de verme solo. Te sonrÃes
y el dibujo de tu boca ya lanza
en fuga los silencios y los lirios.
El paÃ±uelo que vuela, abandonado,
sin haber memorizado un camino,
un descanso, una futura ausencia.

Mi soledad te huye.
Este humo pretende perforar las paredes,
el agua se desbanda por el suelo,
tu retrato se desconoce tuyo.
Mi soledad me pertenece.
Nunca se cansÃ³ tanto el vidrio de reloj
como ahora, anotando tus senos,
tus cabellos, tu asombro
enfrente de mi angustia.

Entre ruidos de lirios parece tu recuerdo,
se ahoga tu perfil. Y mi vida camina
inmersa en lo absoluto de las noches,
sin gritarte, sin verte.

Quisiera Ser Convexo

Quisiera ser convexo
para tu mano cÃ³ncava.
Y como un tronco hueco
para acogerte en mi regazo
y darte sombra y sueÃ±o.
Suave y horizontal e interminable
para la huella alterna y presurosa
de tu pie izquierdo
y de tu pie derecho.
Ser de todas las formas
como agua siempre a gusto en cualquier vaso
siempre abrazÃ¡ndote por dentro.
Y tambiÃ©n como vaso
para abrazar por fuera al mismo tiempo.
Como el agua hecha vaso
tu confÃn - dentro y fuera - siempre exacto.

Misterio

Si tu alma pura es un broche
que para abrirse a la vida
quiere la calma adormecida
de las sombras de la noche;

Si buscas como un abrigo
lo mÃ¡s tranquilo y espeso,
para que tu alma y tu beso
se encuentren solo conmigo;

Y si temiendo en tus huellas
testigos de tus amores,
no quieres ver mÃ¡s que flores,
mÃ¡s que montaÃ±as y estrellas;

Yo sÃ© muchas grutas, y una
donde podrÃ¡s en tu anhelo,
ver un pedazo de cielo
cuando aparezca la luna.

Donde a tu tÃmido oÃdo
no llegarÃ¡n otros sones
que las tranquilas canciones
de algÃºn ruiseÃ±or perdido.

Donde a tu mÃ¡gico acento
y estremecido y de hinojos,
verÃ© abrirse ante mis ojos
los mundos del sentimiento.

Y donde tu alma y la mÃa,
como una sola estrechadas,
se adormirÃ¡n embriagadas
de amor y melancolÃa.

Ven a esta gruta y en ella
yo te darÃ© mis desvelos,
hasta que se hunda en los cielos
la luz de la Ãºltima estrella.

Y antes que el ave temprana
su alegre vuelo levante
y entre los Ã¡lamos cante
la vuelta de la maÃ±ana.

Yo te volverÃ© al abrigo
de tu estancia encantadora,
donde el recuerdo de esa hora
vendrÃ¡s a soÃ±ar conmigo...

Mientras que yo en el exceso
de la pasiÃ³n que me inspiras
irÃ© a soÃ±ar que me miras,
e irÃ© a soÃ±ar que te beso.