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Schopenhauer: Mi vaso no es grande, pero beb...




Mi vaso no es grande, pero bebo en mi vaso.

 Schopenhauer


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Dedicatoria Final

Pero tú existes ahí. A mi lado. ¡Tan cerca!
Muerdes una manzana. Y la manzana existe.
Te enfadas. Te ríes. Estás existiendo.
Y abres tanto los ojos que matas en mí el miedo,
y me das la manzana mordida que muerdo.
¡Tan real es lo que vivo, tan falso lo que pienso
que -¡basta!- te beso!
¡Y al diablo los versos,
y Don Uno, San Equis, y el Ene más Cero!
Estoy vivo todavía gracias a tu amor, mi amor,
y aunque sea un disparate todo existe porque existes,
y si irradias, no hay vacío, ni hay razón para el suicidio,
ni lógica consecuencia. Porque vivo en ti, me vivo,
y otra vez, gracias a ti, vuelvo a sentirme niño.
Elegía Del Marino

Los cuerpos se recuerdan en el tuyo:
su delicia, su amor o sufrimiento.
Si noche fuera amar, ya tu mirada
en incesante oscuridad me anega.
Pasan las sombras, voces que a mi oído
dijeron lo que ahora resucitas,
y en tus labios los nombres nuevamente
vuelven a ser memoria de otros nombres.
El otoño, la rosa y las violetas
nacen de ti, movidos por un viento
cuyo origen viniera de otros labios
aún entre los míos.
Un aire triste arrastra las imágenes
que de tu cuerpo surgen
como hálito de una sepultura:
mármol y resplandor casi desiertos,
olvidada su danza entre la noche.
Mas el tiempo disipa nuestras sombras,
y habré de ser el hombre sin retorno,
amante de un cadáver en la memoria vivo.
Entonces te hallaré de nuevo en otros cuerpos.

De "Amor entre ruinas"
Pescador de Luna

Cuando me mira los faroles rojos
en la orilla del mar,
mi pescador, el de profundos ojos,
pone sus negras redes a pescar.

( El mar ante la noche se ilumina,
y sus olas doradas, al nacer,
florecen como un ansia repentina
en ojos de mujer. )

Pez de luna bruñida no se pesca,
pescador.
Agua del golfo, la ondulada y fresca,
deja que riegue la orilla con amor.

No persigas la forma del lucero,
que ni el agua dormida la dará;
si él, como un sonámbulo viajero,
sólo viene y se va.

Que, pobres, las corrientes y la charca
encierran ilusión,
y ajenos al peligro de tu barca
vienen sueños de luz al corazón.

Con los ojos, ya tímidos, escarbas
en los mares rebeldes a cincel,
y puede correr llanto por tus barbas
de serpientes de miel.

El agua misma, la ondulada y fresca,
ponga un poco de sol en tu dolor.
¡Pez de luna bruñida no se pesca,
pescador!
Nunca subestimes el poder de las palabras para aliviar y reconciliar las relaciones.