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Ovidio: La hermosura, bien frágil....

La hermosura, bien frágil.

Ovidio

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Infame Turba

Nunca supimos quÃ© pÃ¡jaro era aquel
que cantaba al besarnos...

Al besarnos el alba
serÃa la alondra ilustre,
el vano timbalero de Verona,
diana floreciendo en el dormido alfÃ©izar,
salvas inoportunas,
diligentes clarines matinales
hostigando al amante perezoso
su ligera fanfarria.

Nunca supimos quÃ© pÃ¡jaro era aquel
que cantaba...

Que cantaba en la noche,
ruiseÃ±or, geiser puro
de lÃ¡grimas brotando, silenciosa
perla de la armonÃa, copa lÃvida
desbordando tristeza y ebriedad.
Voz sacra de la luna. A su conjuro,
espectral mÃ©dium pÃ¡lido,
entre la fronda ensimismada surgen
invocadas estatuas.

Nunca supimos quÃ© pÃ¡jaro era aquel...

Era aquel mirlo blanco
que llamaba desde la oscura tarde,
cuco, pÃ©ndulo primaveral
pausadamente hiriendo en el recuerdo.
Ribera del amor, aparejadas
las aves, las sonrisas, golondrinas,
paloma de collar, colibrÃ, pechirrojo,
pueblan libres el Ã¡mbito.

Nunca supimos quÃ© pÃ¡jaro...

Â¿QuÃ© pÃ¡jaro del frÃo, aguzanieves
del olvido, avefrÃa, nevatilla,
trÃ©mulas patas sobre ramas yertas,
con sus picos hurgando en el sonoro
corazÃ³n, tronco vivo retumbante,
cavaban tumbas al helor del tiempo?

Nunca supimos...

Supimos bien si aquel reclamo era
gorjeo artificial, ruedas, tornillos,
un jilguero mecÃ¡nico, espejuelos
o canario de cuerda, fidelÃsima
tÃ³rtola de latÃ³n y purpurina,
selvÃ¡tica viuda desolada.

Nunca...

SÃ, nunca nos besamos.

Hay tres formas de perder dinero: el juego, las mujeres y los especialistas. El juego es el mÃ¡s rÃ¡pido, las mujeres el mÃ¡s placentero y los especialistas el mÃ¡s seguro.

Adolescente Fui...

Adolescente fui en dÃas idÃ©nticos a nubes,
cosa grÃ¡cil, visible por penumbra y reflejo,
y extraÃ±o es, si ese recuerdo busco,
que tanto, tanto duela sobre el cuerpo de hoy.

Perder placer es triste
como la dulce lÃ¡mpara sobre el lento nocturno;
aquel fuÃ, aquel fuÃ, aquel he sido...
era la ignorancia mi sombra.

Ni gozo ni pena; fui niÃ±o
prisionero entre muros cambiantes;
historias como cuerpos, cristales como cielos,
sueÃ±o luego, un sueÃ±o mÃ¡s alto que la vida.

Cuando la muerte quiera
una verdad quitar de entre mis manos,
las hallarÃ¡ vacÃas, como en la adolescencia,
ardientes de deseo, tendidas hacia el aire.

No se puede mantener viva la llama del amor, sin confianza ni esperanza.