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Arcipreste de Hita: No dejes lo ganado por lo que ...
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Arcipreste de Hita
No dejes lo ganado por lo que está por ganar.
Arcipreste de Hita
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Los hombres cuando enseñan, aprenden.
DÃa Trece
Mi corazón retrógrado
ama desde hoy la temerosa fecha
en que surgiste con aquel vestido
de luto y aquel rostro de ebriedad.
DÃa trece en que el filo de tu rostro
llevaba la embriaguez como un relámpago
y en que tus lúgubres arreos daban
una luz que cegaba al sol de agosto,
asà como se nubla el sol ficticio
en las decoraciones
de los calvarios de los Viernes Santos.
Por enlutada y ebria simulaste,
en la superstición de aquel domingo,
una fúlgida cuenta de abalorio
humedecida en un licor letárgico.
¿En qué embriaguez bogaban tus pupilas
para que asà pudiesen
narcotizarlo todo?
Tu tiniebla
guiaba mis latidos, cual guiaba
la columna de fuego al israelita.
Adivinaba mi acucioso espÃritu
tus blancas y fulmÃneas paradojas:
el centelleo de tus zapatillas,
la llamarada de tu falda lúgubre,
el látigo incisivo de tus cejas
y el negro luminar de tus cabellos.
Desde la fecha de superstición
en que colmaste el vaso de mi júbilo,
mi corazón obscurantista clama
a la buena bondad del mal agüero;
que si mi sal se riega, irán sus granos
trazando en el mantel tus iniciales;
y si estalla mi espejo en un gemido,
fenecerá diminutivamente
como la desinencia de tu nombre.
Superstición, consérvame el radioso
vértigo del minuto perdurable
en que su traje negro devoraba
la luz desprevenida del cenit,
y en que su falda lúgubre era un bólido
por un cielo de hollÃn sobrecogido...
La historia es una filosofÃa en ejemplos.
Los sabios hablan porque tienen algo que decir. Los tontos hablan porque tienen que decir algo.