Santas Escrituras: En efecto, no es a los ángele...


En efecto, no es a los ángeles a quienes sometió Dios el mundo nuevo de que hablamos. Alguien dijo en algún lugar de la Escritura: "¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él? ¿Qué es el Hijo del hombre para que lo tomes en cuenta? Por un momento lo pusiste más bajo que los ángeles, pero lo coronaste de gloria y de honor. Le sometiste todo, poniendo todo bajo sus pies." Cuando se dice que Dios le sometió todo, no se hace ninguna excepción. En efecto, Dios, autor de todo y del que provienen todas las cosas, quería llevar a la Gloria a un gran número de hijos. Y le pareció bien hacer perfecto por medio del sufrimiento al que iniciaba su salvación. Pues tanto Jesús, que nos santifica, como los que somos santificados, tenemos un mismo origen; por eso él no se averguenza de llamarnos hermanos, como lo leemos en este texto: "Señor, yo te daré a conocer a mis hermanos, en medio de la asamblea celebraré tu Nombre." Y también estos textos: "Yo permaneceré confiado en Dios; aquí estamos yo y los hijos que Dios me ha dado." Y porque todos esos hijos comparten una misma naturaleza de carne y sangre. Así pudo por su propia muerte, vencer al diablo, y liberó a los hombres que el miedo a la muerte tenía paralizados toda su vida.

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