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katherine mejia: La tristeza es una amiga fiel ...




La tristeza es una amiga fiel que nunca nos deja.

 katherine mejia



Actitud con las mujeres. No tengas celo de tu propia esposa: le vendrían tentaciones para desgracia tuya. No te entregues completamente a una mujer, no sea que llegue a dominarte. No te acerques a la mujer fácil, que puedes caer en sus redes. No te demores con la mujer graciosa, para no quedar prendido en sus enredos. No te fijes en la jovencita, para no ser castigado con ella. No te entregues a las prostitutas, para no perder tu herencia. No pasees tu mirada por las calles de la ciudad, ni antes vagabundeando por lugares solitarios. Aparta tus ojos de la mujer hermosa. No te quedes mirando la belleza ajena. La belleza de la mujer ha perdido a muchos, junto a ella se inflama como fuego. No te sientes nunca al lado de la mujer casada. No festejes ni tomes vino con ella, no sea que tu corazón se incline hacia ella y tu deseo te lleve a la perdición. No abandones a tu viejo amigo, que el nuevo no se le iguala. Vino nuevo, amigo nuevo, si se vuelve añejo lo beberás con alegría. No envidies el éxito del pecador, que no sabes cuál será su suerte. No te sientas feliz con la aprobación de los impíos, recuerda que serán condenados antes de la muerte. Mantente alejado del hombre que tiene poder de matar y no sentirás miedo a la muerte. Si te acercas a él no te descuides, que te puede quitar la vida; sábete que caminas entre trampas y andas sobre murallas. En cuanto puedas, muéstrate sociable, y busca la compañía de la gente responsable. Que te guste conversar con los hombres inteligentes y que tu conversación siempre sea sobre la Ley del Altísimo. Que se vean en tu mesa los hombres buenos, enorgullécete de tu temor del Señor. Se juzga del artesano por sus obras, y del dirigente por la sabiduría de sus discursos. El hombre hablador es temido en la ciudad; el que habla disparates se hace odioso.
El orgullo. Nunca guardes rencor a tu prójimo por una falta contra ti; no hagas nada en un arrebato de violencia. Odiosa delante del Señor y de los hombres es la soberbia; uno y otros aborrecen la injusticia. La soberanía pasa de una nación a otra por las injusticias, la violencia y el dinero. ¿Por qué tanto orgullo en el que es polvo y ceniza¿ Ya en su vida sus tripas son asquerosas. Que se alargue su enfermedad, bromea el médico, y el que hoy es rey, morirá mañana. Para el hombre que muere, las fieras, los insectos y los gusanos. Principio de la soberbia es apartarse de Señor y rebelarse contra su Creador. El principio de la soberbia es el pecado. Los que se empecinan en el pecado derraman las blasfemias. Por eso el Señor les envió extraños castigos y los redujo a nada. El Señor arrancó de raíz el trono de los poderosos y sentó en su lugar a los mansos. Las raíces de los paganos las arrancó el Señor, y en su lugar plantó a los humildes. El señor asoló las tierras de los paganos y las destruyó totalmente. A muchas las devastó, las destruyó y borró de la tierra sus recuerdos. El orgullo no fue creado para el hombre. ¿Qué raza será honrada? La humana. ¿Qué raza será honrada? Los que temen al Señor. ¿Qué raza es despreciable? Los que violan la Ley. El jefe es digno de respeto en medio de sus hermanos; pero él tiene respeto a los que temen al Señor. Ricos, famosos o pobres, que pongan su orgullo en el temor del Señor. No es justo despreciar al inteligente pobre, ni conviene glorificar al pecador. El jefe, el juez, el poderoso son dignos de honra, pero nadie es más grande que quien teme al Señor. Un servidor sabio tendrá por servidores hombres libres; un hombre sensato no se escandalizará de esto. No te gloríes cuando solamente cumples tu deber ni te hagas el glorioso en tiempo de apreturas. Más vale el hombre que trabaja y vive en la abundancia que el que se pasea, se gloría y no tiene con qué vivir. Hijo mío, apréciate moderadamente y estímate en lo que vales. ¿Quién defenderá al que atenta contra su propia vida? ¿Quién dará honor al que se deshonra a sí mismo? Se honra al pobre por su saber, y al rico por sus riquezas. Al que honran cuando pobre, ¡cuánto más cuando sea rico! Al que desprecian cuando rico, ¡cuánto más cuando sea pobre!