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FRANKO CASTLE DE MONTENEGRO: Cuando escribo siento que la v...

Cuando escribo siento que la verdad esta en mi pluma, porque al soltarla en mi mente trasciende realidades que parecen mentira.

FRANKO CASTLE DE MONTENEGRO

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A JULIA DE BURGOS

Ya las gentes murmuran que yo soy tu enemiga
porque dicen que en verso doy al mundo mi yo.
Mienten, Julia de Burgos. Mienten, Julia de burgos.
La que se alza en mis versos no es tu voz: es mi voz
porque tÃº eres ropaje y la esencia soy yo; y el mÃ¡s
profundo abismo se tiende entre las dos.
TÃº eres fria muÃ±eca de mentira social,
y yo, viril destello de la humana verdad.
TÃº, miel de cortesana hipocresÃas; yo no;
que en todos mis poemas desnudo el corazÃ³n.
TÃº eres como tu mundo, egoÃsta;
yo no; que en todo me lo juego a ser lo que soy yo.
TÃº eres solo la grave seÃ±ora seÃ±orona; yo no,
yo soy la vida, la fuerza, la mujer.
TÃº eres de tu marido, de tu amo; yo no;
yo de nadie, o de todos, porque a todos, a
todos en mi limpio sentir y en mi pensar me doy.
TÃº te rizas el pelo y te pintas; yo no;
a mÃ me riza el viento, a mÃ me pinta el sol.
TÃº eres dama casera, resignada, sumisa,
atada a los prejuicios de los hombres; yo no;
que yo soy Rocinante corriendo desbocado
olfateando horizontes de justicia de Dios.
TÃº en ti misma no mandas;
a ti todos te mandan; en ti mandan tu esposo, tus
padres, tus parientes, el cura, el modista,
el teatro, el casino, el auto,
las alhajas, el banquete, el champÃ¡n, el cielo
y el infierno, y el que dirÃ¡n social.
En mÃ no, que en mÃ manda mi solo corazÃ³n,
mi solo pensamiento; quien manda en mÃ soy yo.
TÃº, flor de aristocracia; y yo, la flor del pueblo.
TÃº en ti lo tienes todo y a todos se
lo debes, mientras que yo, mi nada a nadie se la debo.
TÃº, clavada al estÃ¡tico dividendo ancestral,
y yo, un uno en la cifra del divisor
social somos el duelo a muerte que se acerca fatal.
Cuando las multitudes corran alborotadas
dejando atrÃ¡s cenizas de injusticias
quemadas, y cuando con la tea de las siete virtudes,
tras los siete pecados, corran las multitudes,
contra ti, y contra todo lo injusto
y lo inhumano, yo irÃ© en medio de
ellas con la tea en la mano.

Si la alegrÃa depende de una ilusiÃ³n no dejes de vivirla nunca sabrÃ¡s si era una ilusiÃ³n.

La virtud de la vocaciÃ³n de servicio es rodearnos de maestros constantemente, porque enseÃ±an al instante y el aprendizaje nunca tiene fin, aunque la academia lo limite.

Los errores son los bloques que sostienen las bases de una vida sÃ³lida por aquello de la prudencia, porque si se repite la lecciÃ³n no fue aprendida.