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Lord Byron: dios quieciera q tu manto me a...




dios quieciera q tu manto me acariciera tus manos en mi postraras para si desafiar ala gente malvada y derrocar a la injusticia q si no nos apuramos ya no quedara nada

 Lord Byron


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entre sombras estoi esperando a ver la luz entre sombras vivo y muero entre sombras perdia la esperansa y las ganas de vivivr;entre sombras conosi a mi angel de luz me dio las ganas, la fe y las fuerzas para seguir adelante pero las sombras lo están devorando al igual k lo están asiendo kon migo.
Estoy muriendo, no entendés?
Ella lo miro, cómo no comprendiendo a que venia el comentario.
Si, en 45 minutos voy a morir.
Más o menos, tampoco puedo darte precisiones. Dijo el.
Pero si puedo decirte, que es desgarrador.

Ya se, no me digas nada.
Usar la palabra desgarrador en este momento a mí también me suena demasiado melodramática.
Pero no se me ocurre otra, para expresar lo que siento.
Además de temor, por supuesto.

Parada desde un ángulo, observándolo sin comprender nada, ella lo observa.
Lo estudia, como a un animal extraño al que no se comprende y se trata de descifrar.

Por supuesto que tengo miedo. Aterrado estoy ante la sensación de vacío.
Porque lamentablemente, no creo en nada. Ni en la reencarnación, ni en un cielo idílico y un paraíso salvador, como refugio de almas perdidas, ni en nada de eso.
Nunca fui creyente.

Creo que ni siquiera al atravesar los más duros momentos, me aferre a alguna de esas posibilidades.

Quizás en esas situaciones criticas, durante enfermedades de seres queridos y al dudar de su supervivencia, intenté entregarme en manos de “algo”, por ellos.
Pero la verdad, es que ni yo mismo lo creía.

Supongo que era un buen método para dejar que el tiempo transcurriera, hasta que me diesen el próximo parte medico.

En fin. La cuestión es, que como no creo en ninguna salvación,
Ni siquiera en que el alma me sobreviva.
Tengo mucho miedo.
Hasta podría contarte y describir, como el miedo me invade en estos momentos.
Imaginá un montón de puntos verdes.
Pero de un verde horrible, como de un fluor oscuro y tenebroso.
Y esas manchas, que son pequeñas.
Se van uniendo a otras y van formando un solo y único lamparón, que avanza desde mis pies hacia mi cabeza.

Los dos están solos, en ese ambiente silencioso y blanco.
Casi pulcro e inmaculado.
El, sentado en una de esas sillas de metal y cuerina, de un estilo tan impersonal, que suelen habitar las recepciones de hospitales, consultorios y oficinas.

Ella continúa ahí parada en el rincón.
Justo en la unión de las dos paredes blancas.
Algo recostada sobre ellas.
No atina a reaccionar ante esta declaración que la sorprendió.
Realmente la dejo perpleja, si...perpleja.

Otra vez una palabra demasiado rebuscada para describir una situación, simple y dolorosa.
La muerte como algo voraz.
Deseosa de comerse los trazos de vida que recuerda.
Se le acerca sigilosamente y aunque se hace el distraído, no puede evadirla.

Como alguna vez le contara ese viejo europeo, hablando español en su media lengua.
Avanza como el elefante, le decía.
Y ante su mirada de interés continuaba.
Si, como el elefante, lentamente, pero siempre hacia adelante.
Una imagen terrible, agobiante.
La sensación de que por su cerebro desfilan ,una tras otra, las mas variadas y caprichosas fotos de su vida, a una velocidad vertiginosa, tratando de hacerle revivir momentos, a la velocidad de la luz.
Como si eso sirviera de algo.
Como si eso le permitiera disfrutarlos nuevamente.
Nada tan alejado de ello.
La inmensa tristeza que lo invade y agobia, no le permite regodearse en viejos y amarillentos recuerdos.
Es más.
No son los más felices, esos que florecen, por así decirlo en este momento.
Ella desaparece de esa vieja escenografia.
Y no es que se haya ido.
Simplemente se esfumo.
Es parte de la macabra película que el esta viviendo.
Parte del reparto que imaginó para su escena.
Quizás para no sentirse tan solo en este momento crucial y doloroso.
No se porque será, que uno supone que al atravesar circunstancias difíciles, estando acompañado nos resultara mas sencillo.
Aunque cuando llegamos a enfrentarnos a ellos.
Tomamos conciencia, rápidamente que, no tenemos deseos de compartirlos con nadie.
Que ni siquiera deseamos que nos digan una palabra y mucho menos darnos charla consoladora.

¿Quien sabe que será de el?
Quien sabe donde habitara su ser, ya, ahora, en este mismo momento.
Tampoco muchos se lo preguntan.
Sopla una pequeña brisa.......y el mundo continúa....
Ofrenda

Hubo una flor, un lecho
donde aprendiste pronto la sombra
del deseo, la juventud de un cuerpo
vencido como nave, la soledad
que el alma dejaba en otra frente.

Hubo como una música
saltando de los labios,
como una espina en sangre,
clavada a tu memoria.

Y hubo un amor,
un cáliz, una celeste huída
hacia donde los cuerpos
encontrarán el goce, o la creciente
y fija lentitud de la ofrenda.
Argent Vivo

¡Qué vida más tranquila parece llevar mi familia!
-pensó Gregorio
Franz Kafka

La voluntad y los apetitos... ah!
Edmund Burke

¿Lo recuerdas? Tuvimos
la Luna en la palma de la mano.
Nunca otra vez la música
de aquel tambalillo de la playa
volverá a hacernos bailar,
ni, sin que nosotros lo escuchemos,
a crujir el mundo volverá.
Volverá tu marido, no es mal tipo,
en su jardín tu aburrimiento a colgar,
y el calorcillo que alumbra entre tus muslos
¿a quién llamará?
Quizá otros brazos y otros besos
profundamente sentirás,
y tu marido y yo quizá acabemos
bebiendo solitarios en un bar,
haciéndonos amigos; como es lógico
evocarte nos unirá.
Pero recuerda, como yo te he leído a Scott Fitzgerald
nadie te lo leerá.