Fuiste como un cáncer que ya un lejano día se instaló, no sé cuándo, ni cómo, ni por qué, en un rincón perdido de mi cuerpo, y allí te dedicaste a crecer, sin pausa ni medida, sin lógica aparente, pero tan firmemente arraigado y tan indestructible, que el dolor de sentirte en mi interior tan solo era superado por el dolor de no sentirte cerca.
Alberto Vázquez-Figueroa