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Alexander Gomez Perez: la destino como medicina de la...




la destino como medicina de la vida se compone de las alegrias y tristesas, ambas juntas llenan la porcion que conocemos como felidad.

 Alexander Gomez Perez



la verdad es la mentira mas grande que que decir la verdad
Psicología Social. Los amigos son tesoros
¡Qué importante es tener amigos! Pero más trascendental es tener buenos amigos. El sentimiento de amistad se descubre desde edades tempranas. En las escuelas infantiles, el parque o con otros niños de la familia. Pronto aprendemos a elegir amigos, a discernir entre las personas que queremos a nuestro lado, y aquellas de las pronto olvidaremos hasta el nombre. La casualidad y el destino favorecen que, de improviso, tropecemos con los amigos que nos acompañarán en el fabuloso camino que es la vida.
Sin embargo, con frecuencia confundimos amistad con otro tipo de relación de carácter mercantil, impositivo o de sometimiento. Como todas las relaciones sociales, cuenta con una complejidad y una idiosincrasia tan marcadas que a veces nos sentimos perdidos para gestionar ciertas amistades.
La amistad es necesaria para sobrevivir psicológicamente. Las personas que no mantienen una red social equilibrada en cuanto a amistades se refiere son más propensas a padecer trastornos como la depresión o la ansiedad. Además, las conexiones de naturaleza íntima que establecemos con otras personas nos brindan un espacio de comunicación en el cual podemos volcar nuestras tristezas y compartir nuestras alegrías. No hay duda de la índole terapéutica del desahogo que se produce en entornos amistosos. Pero la amistad saludable hay que cultivarla, mimarla, atenderla, conservarla. Ésto no se produce por arte de magia, es preciso mantener una base firme que convierta en indestructible una gran amistad.
No existe un libro de instrucciones a disposición del público pero la hermandad de torna evidente cuando confías en el otro sin miedo, está a tu lado en las alegrías y las penas, te comprende, te aconseja, busca tu bienestar y lucha por ti cuando la situación te es adversa. Es una forma de amor tan puro como el mejor amor romántico. Partiendo de la base de que se trata de un contacto voluntario, se sobreentiende que será generoso y el auténtico amigo estará disponible cuando sea requerido y sabrá mantenerse al margen cuando las circunstancias lo requieran.
El afecto amistoso se puede mostrar de diferentes maneras. Los amigos buscan verse, encontrarse, compartir espacios y tiempos juntos, se interesan por las necesidades del otro y por las cosas que les pasan. Bien es cierto que no se trata de intercambiar favores como obligación pero también es verdad que ha de existir cierta correspondencia, un mínimo de reciprocidad. Las alianzas son tan propensas a fortalecerse como a debilitarse. Es importante ser discreto con los asuntos íntimos que te confían, y tener la suficiente confianza en el otro como para no dudar de que lo será con los tuyos.
No permitas que una amistad te anule como persona o te presione de tal forma que dejas de disfrutar con su presencia. También en el ámbito amistoso hay personas tóxicas cuyo contacto no hará más que cargarte de energía negativa o absorber la tuya dejándote exhausto. Ten la fortaleza de salir de esas relaciones y de seguir tu camino dejándolas atrás. Simplemente, es imposible tener afinidad con todas las personas que se cruzan en nuestra vida. Por tanto, no intentes nunca forzar una amistad porque, casi con toda seguridad, estará abocada al fracaso antes de empezar. (Diego Torrente)
De niños nos distinguimos por la inocencia,
de jóvenes por la locura, de adultos por la
malicia y de viejos: por ser un estorbo.
PSICOLOGÍA SOCIAL, LA AMISTAD ES VIDA
AMISTAD Y SILENCIO
La amistad se nutre más de la comunicación que del silencio. Sin embargo, el silencio es precisamente en algunos casos el medio de comunicación que utilizan los amigos: es necesario tanto saber estar en silencio como transmitir lo que uno lleva dentro.

Asistir al desvelamiento de un secreto, al desvelamiento de la intimidad de las personas, produce en el ser humano un enmudecimiento del espíritu, un sentimiento de gratitud por lo que se percibe como un don o regalo inmerecido, una impresión de estar pisando terreno sagrado. De hecho, todos podemos remitirnos a alguna ocasión en la que, en conversación íntima con un amigo, al acabar de escuchar, no hemos encontrado palabras adecuadas para decir nada. En esos casos, quizá la prueba de mayor gratitud o de "correspondencia" sea precisamente el silencio; un silencio, eso sí, cuajado de respuesta.

Hay veces en las que no se puede decir nada... porque las palabras lo estropean todo. Hay cosas que la única contestación que merecen o que exigen es el silencio; hay cosas con las que solo puede mantenerse conversación en silencio. Porque o el lenguaje es limitado, o uno es limitado, o ambas cosas. Pero algunas cosas, si se expresan, se profanan. Así ocurre en las experiencias de encuentro: con un amigo, con un paisaje, una obra de arte. En esos momentos, pronunciar algo es mancharlo; hablar es romperlo. Algunas veces la comunicación con las cosas y también con las personas requiere como condición que haya silencio; solamente silencio. Y no un silencio para llenar, sino como medio de entendimiento.

Cuando se tiene la suerte de topar con alguien que tiene algo -poco o mucho- que decir; cuando se tiene la suerte de que esas personas te abran sus puertas y dejan que te asomes y penetres en su mundo interior, en la mayor parte de los casos solo se puede contestar enmudeciendo. Y ese silencio quiere ser entonces un homenaje: la mayor muestra de agradecimiento y de admiración. Porque no se trata de un silencio vacío sino pletórico de contenido: no significa carencia sino plenitud.

El silencio es importante en la amistad. Estar con un amigo es también poder estar en silencio sin miedo a que éste tenga que romperse y sin sentir la necesidad perentoria de tener que llenarlo con palabras. No hay verdadera amistad entre dos amigos si no saben disfrutar y valorar su silencio. El silencio es en sí mismo un espacio y un tiempo para compartir. Rico de contenido y esencialmente valioso porque supone una íntima comunión de espíritus.

LA INTERIORIDAD
La amistad está también muy relacionada con la interioridad. Entre dos amigos ésta es más rica y sólida cuanta mayor sea la intimidad, la interioridad de cada uno de ellos. Hay quienes tienen un gran mundo interior; tienen mucho que decir porque son personas que integran en sí todo lo que hay a su paso: una frase que ha dicho en clase el profesor, la actitud de tal o cual persona, la satisfacción de haber llegado al pico de la montaña, la crisis que le produce una situación difícil de trabajo, un libro que ha leído, los tirones de la madurez.

Así es como las personas se van enriqueciendo por dentro y como su interioridad cobra cada vez mayor volumen: integrando la experiencia, la vivencia personal y las de las otras personas. Aprendemos también a través de las vivencias de los demás, de la experiencia ajena. Quien está atento a su alrededor aprovecha todo intensamente.

Se puede aprender a sentir de un modo distinto al propio; se puede aprender a pensar de manera diferente a la que uno piensa; se puede aprender a valorar cosas que yo no valoro. Escuchar a las personas y tratar de ser ellas, nos permite conocer el mundo desde mil perspectivas diferentes a las nuestras. Y eso conlleva ampliación personal, crecimiento, enriquecimiento, altura, perspectiva y profundidad. La interioridad rica hace que la relación entre los amigos se amplíe. Una amiga me decía hace poco -hablando de otra persona-la satisfacción que le producía tratar con ella "porque es de esas personas que tienen algo que aportar".

El conocimiento que alimenta la intimidad es-una vez más-el que sabe mirar, sabe escuchar, sabe estar. La sola convivencia con las personas, o el mero estar junto a las cosas o entre las cosas (junto al mar rodeado de un bellísimo paisaje, o entre las obras magníficas del Louvre) no basta. Más de una vez las ratas habrán correteado por los pasillos del Louvre; sin embargo, todavía no hemos tenido ocasión de encontrarlas embelesadas frente a la Venus de Milo, tras haber pasado frente a ella toda la noche. Para las personas, las que son capaces de ello, las cosas tienen una historia que contar, la naturaleza tiene algo que transmitir y todo lo que encuentran es capaz de darles un mensaje.

El hombre con interioridad es capaz de ver sentido a todas las cosas; y en cierto modo de darles él mismo el sentido puesto que es él quien lo capta, lo descubre y -en ese sentido lo crea, lo recrea. Por eso, forma parte del "tesoro" de la amistad tener amigos con un gran mundo interior.

La amistad de las personas es un regalo. El regalo es mayor cuanta mayor sea la interioridad y la intimidad compartida. Esta debe cuidarse y en ella juega un papel muy importante el saber mirar porque puede franquearnos el paso al alma del amigo.
Una vez dentro, el mundo se abre ante nosotros de un modo desconocido y luminoso que provoca en nosotros muy diversos sentimientos (admiración, compasión, respeto, etc.), pero siempre el de "desear el bien del amigo, por el amigo mismo" (Aristóteles).