El Buda y los monjes y monjas de su tiempo tan solo poseían tres hábitos y un cuenco, pero eran felices porque tenían algo sumamente precioso: la libertad.
Thich Nhat Hanh
Bienvenido a mi casa. ¡Entre con libertad y por su propia voluntad!
Yo no dejaría nada a un hombre de acción, pues se vería tentado a dejar de trabajar, por otro lado, me gustaría ayudar a los soñadores ya que les resulta difícil conseguirlo en la vida
Lo más importante es crear una historia que involucre al jugador, que cuando apague la consola siga pensando en el juego
Agonía: palabra muy corta que a veces sentimos tan larga