Ningún ser humano tiene el derecho de iniciar el uso de la fuerza contra otro.
Ayn Rand
Esos pliegues de tu vestido, esas líneas de tus caderas, esos latidos del corazón...
Muy poco nos es absolutamente necesario.
La historia parece propiedad privada cuyos dueños son los dueños de todas las otras cosas.
Todo lo alcanzarás, solemne loco, siempre que lo permita tu estatura.