Y que todo lo escrito en ellos era irrepetible desde siempre y para siempre, porque las estirpes condenadas a cien años de soledad no tenían una segunda oportunidad sobre la tierra.
Gabriel García Márquez
La existencia es un manjar que solo gusta por la salsa con que se adereza.
Estoy seguro de nada más que la santidad de los afectos del corazón, y la verdad de la imaginación.
Cerró los ojos, ensimismado en su agónica confesión. Yo le escuchaba con más deseo de lo racional. El sentido común me decía que debería estar aterrada. En lugar de eso, me sentía aliviada al ...
Una fe que no pueda sobrevivir la colisión con la verdad no vale muchos arrepentimientos