Las hojas bailaban verdes, centelleantes. Sentà que esto era el verdadero paraÃso sobre la tierra. Todo lo que me habÃa poseÃdo, todas las agonÃas, desaparecieron como sueños e ilusiones y algo que se podrÃa denominar la verdadera naturaleza se reveló ante mÃ.
Masanobu Fukuoka