En el altar de tu reja digo una misa de amor, tú eres la virgen divina y el sacerdote soy yo.
Salvador Rueda
El dinero del pobre dos veces se gasta.
Ignoramos nuestra verdadera estatura hasta que nos ponemos en pie.
Cuando hayamos aprendido debemos enseñarlo a quien nada sabe todavía; de este modo pagamos una deuda sacrosanta.
Nadie se desembaraza de un hábito o de un vicio tirándolo de una vez por la ventana; hay que sacarlo por la escalera, peldaño a peldaño.