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Shiki Masaoka: Ni siquiera un mosquito despu�...
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Shiki Masaoka
Ni siquiera un mosquito después de la inundación ¡Qué soledad!.
Shiki Masaoka
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¿estás triste? busca a otra persona triste y consuélala:encontrarás la alegrÃÂa.
Sábado Amor
Pero el sábado es distinto. Viene
de muy lejos, con sol a las espaldas
y extrañas músicas entre los dientes
endurecidos de la madrugada.
Todos le miran y él sonrÃÂe. Pisa
la tierra y la acaricia; el eco alarga
la estela de su paso, tal un barco
abriéndose caminos en el agua.
Es como un muchacho, con las manos
metidas en los chorros de la mañana,
que abre los ojos de cristal y asombro
al vuelo de la luz desazulada.
El sábado es distinto, sÃÂ. De pronto,
el aire se hace mármol en la escarcha
del alto cielo, y una voz se enciende
poderosa, como una gran campana.
Todo parece nuevo, repentino,
¡hasta aquella alegrÃÂa de las almas
que nadie sabe quién echó en la hondo
del charco amargo de las lágrimas!...
No es como los demás dÃÂas. Trae al menos
algo que el hombre ha perseguido siempre,
sin mirar a los cielos, apretándose
el corazón con esperanzas:
Unas monedas y el silencio,
cuando la tarde pliega sus banderas.
Todo el amor, de pronto, rescatado
al yunque ya las nieblas.
Y una música antigua y un camino
para perderse.
(La felicidad
necesita tan solo unas monedas
y un camino de amor.)
Todo humilde y sencillo en este dÃÂa
en que la piel del aire se descorre
y queda un mundo puro, en carne viva,
como un tierno cordero milagroso.
La casa se abre a su llegada.
El hombre
busca a la amada entre la sombra y, juntos,
entre besos, aprietan las monedas
de su felicidad de cada dÃÂa.
No hay cosa más fuerte que el verdadero amor.
Qué difÃÂcil intentar salir ilesos de esta magia en la que nos hayamos presos.