Pensamientos populares (19)

Si alguna vez no te dan la sonrisa esperada, sé generoso y da la tuya. Porque nadie tiene tanta necesidad de una sonrisa, como aquel que no sabe sonreír a los demás.

Alguna gente no enloquece nunca. Qué vida verdaderamente horrible deben tener.

Me he quedado con mi alma para pensar solo en ti.
Un padre puede darle la espalda a su hijo, hermanos y hermanas pueden convertirse en inveterados enemigos, los maridos pueden abandonar a sus esposas, pero el amor de una madre dura para siempre.

El orgullo de los mediocres consiste en hablar siempre de sí mismos; el orgullo de los grandes hombres es de no hablar nunca de ellos.

Solo con una ardiente paciencia conquistaremos la espléndida ciudad que dará luz, justicia y dignidad a todos los hombres. Así la poesía no habrá cantado en vano.

Cuando un hombre descubra sus faltas, dios las cubre. Cuando un hombre las esconde, dios las descubre, cuando las reconoce, dios las olvida.

Para ejercer una influencia benéfica entre los niños, es indispensable participar de sus alegrías.

Es mejor estar callado y parecer tonto, que hablar y despejar las dudas definitivamente.

Nunca pelees con quien nada tiene que perder.

La naturaleza ha hecho al hombre feliz y bueno, pero la sociedad lo deprava y lo hace miserable.

El corazón del hombre necesita creer algo, y cree mentiras cuando no encuentra verdades que creer.

Es tan difícil decir la verdad como ocultarla.

Sin un corazón lleno de amor y sin unas manos generosas, es imposible curar a un hombre enfermo de su soledad.

Para no dañarme sueles decirme mentiras piadosas
y yo para no dañarte, finjo que me las creo.

No soy sabio soy agil con mi mente

Cuando un amor se va,
Nos deja tristes, desorientados y llenos de ansiedad
Cuando un amor se va,
Deja una espera que solo llena la soledad

No hay sueño sin esperanza, ni esperanza sin sueño,
Ni vida sin realidad, ni realidad sin vida..

Permitir a los niños luchar sus propias batallas es una de las habilidades más duras a aprender por un padre.

El deseo muere automáticamente cuando se logra: fenece al satisfacerse. El amor en cambio, es un eterno insatisfecho.