Colección de jose
Recuento
Hoy tengo
veinticinco años.
Mi juventud se va
con mis mejores deseos.
La quiero, la veo marchar
sin una rozadura,
sin reproches espero a que esté lejos
para llorar su falta.
Nunca sabrá nada de mÃ.
Cambiaré de amistades, de lugares,
frecuentaré otros sitios
donde todo sea nuevo
y ella no pueda decirme te quiero nunca más
y yo nunca más pueda dejar de obedecerla.
Me esperan hombres que saben decir no,
mujeres que saben programar sus vacaciones
y soy feliz,
el futuro se descubre ante mÃ
lleno de hombres que saben decir no,
mujeres que saben decir no
me esperan en sus increÃbles fiestas
con sus mejores deseos.
De "De mà haré una estatua ecuestre" 1997
Maestu
A Javier Monedero
RÃo del tiempo
que cruza el alma
fluyendo siempre
desde el mañana.
Orillas mustias
por donde pasa
lánguida y lenta
su lengua el agua.
Juncal del sueño
junto a la mansa
corriente. Lecho
de piedras blancas.
Sobre las ondas
sombra de garza.
Manos del viento
desmadejadas.
Ay, devolvedme
los campos de Ãlava,
el terso llano
color de espada,
la Fuente de Ocho
Caños que mana
el bebedizo
de la nostalgia.
Dadme el sol pálido
sobre la plaza:
aquel perfecto
sol de la infancia
(luz taciturna
que presagiaba
el nacimiento
de la palabra).
SÃ, devolvedme
la voz del alba.
Inédito
Esos Locos Furiosos IncreÃbles
Llegan apresurados y nunca dicen para qué
ni de dónde proceden
y enseguida te piden dos mil francos
que casi siempre te han de devolver
o te quitan la toalla sin respeto
cuando te estás duchando
se ponen la colonia los polvos el masaje
la loción de tu novio o de tu hija
te arrastran a lugares espantosos o bellos
y ni siquiera piden tu opinión
y beben prodigiosamente se ponen a cantar
en cualquier parte
o arman la del gran dios en un bar miserable
y por motivos nimios
siempre siempre avasallan te compran un sombrero
o unas flores
y un dÃa salen al galope quizá hacia los infiernos
qué desastre.
Señora caballero muchachita asustada
militante de un partido ecologista:
si se tropieza usted con uno de esos
locos furiosos increÃbles
no le deje escapar llévelo a casa
son tiernos como niños
a veces tienen frÃo quién sabe si es porque
les han pegado duro
duermen poco se lavan todo el rato y son muy
besucones y mirones
pero cuidan los libros sacan todas las noches
el cubo de basura a la escalera
y están solo pendientes de tener siempre
un cenicero al lado.
Tienen por fin el gran inconveniente:
se van mas vuelven pronto
duran toda la vida.
Nocturno Iv
Asà estás todavÃa de pie bajo la lluvia,
bajo la clara lluvia de una noche de invierno.
De pie bajo la lluvia me llega tu sonrisa,
de pie bajo la lluvia te encuentra mi recuerdo.
Siempre he de recordarte de pie bajo la lluvia,
con un polvo de estrellas muriendo en tus cabellos
y tu voz que nacÃa del fondo de tus ojos
y tus manos cansadas que se iban en el viento
y aquel cielo de plomo y el rumor de los árboles
y hasta la hoja aquella que te cayó en el seno
y el rocÃo nocturno dormido en tus pestañas
engarzando diamantes en tu vestido negro.
Asà estás todavÃa lejanamente cerca
desde tu lejanÃa de sombra y de silencio.
Mi corazón te llama de pie bajo la lluvia,
de pie bajo la lluvia te acercas en el sueño.
La vida es tan pequeña que cabe en una noche.
Quizá fue que en la sombra me encontré con tu beso
y por eso me envuelve, de pie bajo la lluvia,
el sabor de tu boca y el olor de tu cuerpo.
SÃ, me has dejado triste porque pienso que acaso
ya no estarás conmigo cuando llueva de nuevo.
Y no he de verte entonces de pie bajo la lluvia
con las manos temblando de frÃo y de deseo.
Pero aunque habrá otras noches cargadas
de perfumes
y otras mujeres, y otras, a lo largo del tiempo,
siempre he de recordarte de pie bajo la lluvia,
bajo la lluvia clara de una noche de invierno....
Juntos
Por cauce horizontal y paralelo,
mi mano, cabalgando en tu figura,
baja de la cadera a la cintura,
ronda los senos y ensortija el pelo.
Tu intimidad sensual levanta el vuelo
descubriendo vibrante una estructura
con ansiedad de entrega y de aventura
y la agresión de una leona en celo.
He de hacer de tu cuerpo una mordaza,
y formarán tus labios un camino
de humedad, arrastrándose en mi piel.
Verás mi cÃrculo de amor que abraza
tu temblor en furioso torbellino,
y plantaré mi flor en tu vergel.
Argent Vivo
¡Qué vida más tranquila parece llevar mi familia!
-pensó Gregorio
Franz Kafka
La voluntad y los apetitos... ah!
Edmund Burke
¿Lo recuerdas? Tuvimos
la Luna en la palma de la mano.
Nunca otra vez la música
de aquel tambalillo de la playa
volverá a hacernos bailar,
ni, sin que nosotros lo escuchemos,
a crujir el mundo volverá.
Volverá tu marido, no es mal tipo,
en su jardÃn tu aburrimiento a colgar,
y el calorcillo que alumbra entre tus muslos
¿a quién llamará?
Quizá otros brazos y otros besos
profundamente sentirás,
y tu marido y yo quizá acabemos
bebiendo solitarios en un bar,
haciéndonos amigos; como es lógico
evocarte nos unirá.
Pero recuerda, como yo te he leÃdo a Scott Fitzgerald
nadie te lo leerá.
Más Que En Los Anzuelos...
Más que en los anzuelos.
Aún más que en mi dedo gordo
con un anzuelo
en vez de robalizas.
Aún más que en el anzuelo que tengo en el corazón
en vez de robalizas.
Más aún que en la cabeza de robaliza que tengo
en vez de anzuelos.
Más, más que en los anillos que hago para ti
con anzuelos de robalizas.
De "Ballenas" 1988
Juego A Dos
Como gota que resbalara
y no acabando la lÃnea
de su cabeza
prende contra la luz
también hermosa, y abrasas.
Ya tengo doble la muerte
sin conseguir rehacerme
de tu perfil que avanza.
Un nudo de miel concentras
está cayendo
de la sien a mis labios
y de ahà al juego de tus manos.
Detenida estoy. Enamorada
con aire libertad en bosque.
El error es no mirarte de frente
apresar el ave
que se mece en la rama y suspiro
y se espanta.
Acaba con el juego, amor mÃo
que la niña se duele de comba
paciente su cadencia avaricias
no estrellando tu cuerpo
a favor de la reina.
Juego a dos es duelo
haciendo parteluz
hoguera en el bosque
y la rama te pide
benevolencia.
Entonces yo soy
quien el relevo toma
y nos vamos de una vez
de esta leña a más incendio.
Juego a dos porque
se siente la muerte.
De: Pasión inédita
A Rene Magritte
Las mujeres con pechos de papel
alumbran la armonÃa de los prados.
A las ventanas vienen los venados
bajo un cielo de páginas de miel.
Detrás de esa cortina hay un doncel
con los ojos azules y vendados
pero en las blancas vendas hay pintados
tres ojos negros donde está Luzbel.
La pierna adolescente de la bella
abre sus abanicos de cristales
mientras un aerolito resplandece.
La carne es un espejo y una estrella.
El hombre la contempla con puñales
pero la rosa corre mientras crece.
Partida
Verte
lejano
para siempre,
para siempre en el suspiro de los pastos
que la brisa arrodilla.
Verte partir
por el zumbido del abejorro
ante un sol dilapidado,
tu sombra llena de luciérnagas
flotando en la temblorosa incandescencia.
Mi cuerpo tendido sobre el aliento de la tierra,
ensombrecido por esa luz que se distancia
-mariposa de incontables lunas-,
mirándote decrecer
por el corredor de la ausencia.
Hay flores claudicantes en el aire,
risa antigua esparcida:
residuos de una cremación compasiva;
hojas congregándose en un concilio de sombra,
el polen instituyendo la germinación20
de primaveras futuras:
las primaveras que no te verán,
porque
oh para siempre
te estás yendo.
Junio de 1993
Amor
Todos lo que amo
están en ti
y tú
en todo lo que amo.
Habitaciones Separadas
Está solo. Para seguir camino
se muestra despegado de las cosas.
No lleva provisiones.
Cuando pasan los dÃas
y al final de la tarde piensa en lo sucedido,
tan solo le conmueve
ese acierto imprevisto
del que pudo vivir la propia vida
en el seguro azar de su conciencia,
asÃ, naturalmente, sin deudas ni banderas.
Una vez dijo amor.
Se poblaron sus labios de ceniza.
Dijo también mañana
con los ojos negados al presente
y solo tuvo sombras que apretar en la mano,
fantasmas como saldo,
un camino de nubes.
Soledad, libertad,
dos palabras que suelen apoyarse
en los hombros heridos del viajero.
De todo se hace cargo, de nada se convence.
Sus huellas tienen hoy la quemadura
de los sueños vacÃos.
No quiere renunciar. Para seguir camino
acepta que la vida se refugie
en una habitación que no es la suya.
La luz se queda siempre detrás de una ventana.
Al otro lado de la puerta
suele escuchar los pasos de la noche.
Sabe que le resulta necesario
aprender a vivir en otra edad,
en otro amor,
en otro tiempo.
Tiempo de habitaciones separadas.
La Tarea
Qué esfuerzos por ser hombre, qué trabajo forzado
por hacer este torpe varón que, apenas hecho,
se vio imperfecto y débil, por la pasión deshecho,
y herido a cada paso del camino empezado.
¿Por qué siguió? , decidme. ¿Por qué segu�
¿He andado
lo suficiente fuera? Porque, dentro del pecho,
yo sé bien qué carreras, qué saltos hasta el techo
del alma- ¡oh, saltimbanqui de soledad!-h e dado.
Cuando la obra estuvo casi hecha: un remedo
de música, de sueño, de defensa, de miedo,
se vino abajo todo lo que se alzó conmigo.
Cuando se miró el hombre para ver dónde estaba,
vio tendida hacia el viento su mano de mendigo,
y en ella, una moneda que ya nadie tomaba.
Desprendimiento
Dulzura de sentirse cada vez más lejano.
Más lejano y más vago...
Sin saber si es porque las cosas se van yendo
o es uno el que se va.
Dulzura del olvido como un rocÃo leve cayendo en la tiniebla...
Dulzura de sentirse limpio de toda cosa.
Dulzura de elevarse y ser como la estrella inaccesible y alta,
alumbrando en silencio...
En silencio,
¡Dios mÃo!...
Puerto
SOL:
Cinco ventanas colgadas
de la misma alba rosa:
vivas,
intactas,
desnudas,
con anhelos de manos,
como espejos de mástiles.
SOMBRA:
Cinco ventanas colgadas
de la misma alba turbia:
calladas,
llanas,
duras,
sin afanes de presencia,
sin afanes de huida.
SIEMPRE:
Cinco ventanas: sólo.
De "Mar ao norde" 1932
Tr. Vicente Araguas
Xxvi
Tú eras el huracán y yo la alta
torre que desafÃa su poder:
¡tenÃas que estrellarte o que abatirme!
¡No podÃa ser!
Tú eras el océano y yo la enhiesta
roca que firme aguarda su vaivén:
¡tenÃas que romperte o que arrancarme!
¡No podÃa ser!
Hermosa tú, yo altivo: acostumbrados
uno a arrollar, el otro a no ceder:
la senda estrecha, inevitable el choque...
¡No podÃa ser!
PoesÃa Vertical 24
Darlo todo por perdido.
Allà comienza lo abierto.
Entonces cualquier paso
puede ser el primero.
O cualquier gesto logra
sumar todos los gestos.
Darlo todo por perdido
Dejar que se abran solas
las puertas que faltan.
O mejor:
dejar que no se abran.
¡oh Triste Coche Viejo...!
¡Oh triste coche viejo, que en mi memoria ruedas!
¡Pueblo, que en un recodo de mi alma te pierdes!
¡Lágrima grande y pura, lucero que te quedas,
temblando en la colina, sobre los campos verdes!
Verde el cielo profundo, despertaba el camino,
fresco y fragante del encanto de la hora;
cantaba un ruiseñor despierto, y el molino
rumiaba un son eterno, rosa frente a la aurora.
-Y en el alma, un recuerdo, una lágrima, una
mano alzando un visillo blanco al pasar un coche...
la calle de la vÃspera, azul bajo la luna
solitaria, los besos de la última noche
¡Oh triste coche viejo, que en mi memoria ruedas!
¡Pueblo, que en un recodo de mi alma te pierdes!
¡Lágrima grande y pura, lucero que te quedas,
temblando, en la colina, sobre los campos verdes!